La historia de un amor que venció al cáncer

Johanna Kelly es una sobreviviente del terrible mal que cobra vidas de miles de mujeres en Honduras y el mundo.

  • Actualizado: 15 oct 2011

Johanna Leticia Kelly Sánchez tiene un brillo en su cara que difícilmente se puede apagar. Ni las más terribles tragedias que han marcado su vida desde muy joven han opacado su entereza y aferro a la vida.

Nada la doblega, porque tiene el amor de su esposo Jorge Mauricio, el de su familia y de cientos de amigos que la han apoyado en los momentos en que parecía que todo estaba a punto de terminar.

No ha sido fácil para ella. Tampoco es una tragedia, pero sí, lecciones de vida para otras mujeres en Honduras; porque siendo tan sólo una chica con 23 años descubrió que tenía cáncer de mama y ahí su existencia cambió rotundamente.

Todo comenzó con esos autoexámenes de rutina que toda mujer debe practicarse. “Encontré una pequeña masa o quiste en mi seno derecho. Tuve mucha inquietud pero como era casi Navidad, deje a voluntad propia no visitar el médico para compartir esos días festivos con mi familia sin preocupaciones. Ya en enero de hace cinco años ya estaba en una consulta con el oncólogo”.

Al inicio, tras visitar a una ginecóloga porque posiblemente podría haber sido un quiste por la actividad hormonal, decidió ir donde el especialista que me practicó una biopsia donde se descubrió lo peor: un carcinoma lobulillar in situ o en palabras comunes cáncer de mama localizado en un conducto mamario”.

La batalla

Vivir en Rosa contactó a Johanna, hija de Luis Aníbal y Mery Kelly, quien es una chica que goza de muchos privilegios en su vida y que al no tener antecedentes en su familia sobre este mal, al ser muy joven, aún no ser mamá, no consumir ni alcohol ni fumar cigarrillos y mantener una postura saludable y activa, es víctima del cáncer, cuya historia nos comparte con el único afán de ayudar a los que hoy están luchando por su vida.

“Lo esencial de toda esta experiencia es la actitud positiva ante la vida y nuestros seres queridos, ya que son muchos los efectos que causa el tratamiento de una enfermedad como el cáncer. Después de someterme a una cirugía muy conservadora, gracias a mi cirujano oncólogo Ismael Segura, que cuidadosamente realizó un trabajo espectacular para conservar mi seno, sin más que una extirpación puntual nació mi compromiso de enfrentar un tratamiento completo de quimioterapia y radioterapia, pues no había otra forma de tratar mi padecimiento”, recuerda.

Justo un día después de su cumpleaños número 24 y luego de dos operaciones y de comenzar con las terribles quimioterapias, comenzó la verdadera lucha con su nuevo enemigo: el cáncer.

Sus quimios fueron programadas a ciclos de 21 días y los enfrentó con entereza, puesto que estaba próxima a graduarse de la universidad y tuvo muchas actividades que la llenaron de alegría y esperanza.

“No fue nada fácil al igual que para todos los pacientes de cualquier tipo de cáncer; sin embargo, siempre tuve la certeza de que algo bueno me esperaba y eso sólo era un objetivo más a cumplir, aunque nunca estuvo dentro de mis planes, aprendí a incorporarlo a mi vida y a vencerlo cada día, pues aún con los malestares que agobiaban mi cuerpo, nunca permití que eso me impidiera seguir adelante con mis planes en la vida”, revela.

El tiempo pasó y aparentemente el cáncer había desaparecido pero no fue así. Una vez más acechaba su vida como un cruel ladrón en busca de lo más valioso: su ser.

Fortaleza

Justo cuando su entonces novio, Jorge Mauricio, hijo de Jorge Guitérrez Flefil y Carmen del Pilar Collins, y ella planeaban su boda, volvieron esas huellas del cáncer que el tratamiento no pudo borrar.

“Fue en ese momento que pensé: “una segunda vez no será posible”, no había llevado una vida de excesos ni descuidos en relación a las indicaciones, de hecho me dediqué a seguir estudiando y trabajando, pero por lo visto mi primera experiencia no había sido suficiente, después de realizarme una biopsia bastante complicada, el procedimiento incluía punción con ultrasonido simultáneamente, pues la muestra era muy pequeña, fue bastante dolorosa porque sólo se utilizó anestesia local”.

Para ese momento Johanna seguía esperando que sólo se tratase de una molestia. “No quería hacerme a la idea de volver a un tratamiento de ese tipo nuevamente, además de que nuestros planes de boda estaban avanzados y lo que menos deseábamos era aplazarlos”, afirma.

Justo en diciembre del año pasado, el diagnóstico le reveló que el cáncer volvió a surgir en su ser. Tuvo mucho temor porque la noticia llegaba en momentos especiales de su vida pero la madurez y la confianza en Dios y el inmenso apoyo de sus seres queridos y por supuesto, de su entonces prometido, le dieron la firmeza de seguir adelante.

“Inicié nuevamente mi tratamiento a fines del año pasado, por lo cual no pude evitar una Navidad con quimioterapia. No permití que esto estropeara esta festividad en mi familia, pues ya estaba decidida a terminar mi nuevo episodio y seguir con nuestros planes. Decidimos casarnos en enero de este año, después de consultar algunas inquietudes con el doctor, pues para ese entonces llevaba dos ciclos de quimioterapia”, recuerda.

Al no haber inconveniente realizaron su boda, pero ella, ya sin cabello, optó por lucir una hermosa peluca que empañaba todo efecto que el cáncer podría haber provocado en su vida.

Digna

Esta lección de vida le ha enseñado a Johanna y a su ahora esposo Jorge Mauricio muchas cosas, más aún, que el amor lo vence todo.

“Sólo Dios sabe porqué pasan las cosas y no me preocupo en averiguar el porqué; sin embargo, le veo siempre el lado bueno a cada circunstancia de la vida. En este camino he conocido compañeros de quimio, nuevos amigos, personas a las que mis palabras de ánimo les han ayudado a terminar con optimismo su tratamiento y a ver su experiencia como una oportunidad de cambio en muchos aspectos de su vida, en la percepción de los demás, a identificarse con las causas ajenas para poder ayudarse entre sí y encontrar un apoyo muchas veces en quien menos lo esperan”, declara.

Hace cinco meses terminó su tratamiento y se siente una mujer feliz. “Esta vez estoy segura que el cáncer se ha ido por completo y seguiré llevando mi vida, viviendo cada día como si fuese el último para aprovecharlo al máximo, pues no tengo ninguna duda de que me espera un nuevo camino por recorrer con seguridad mejor que todo lo pasado. El amor ha sido mi mejor cura y la compañía de mi esposo, una gran medicina”.