Familia y Hogar
San Pedro Sula, Honduras.
Los padres aman llenar de mimos y arrumacos a sus bebés; pero cuando los niños llegan a la etapa de los “ terribles dos años”, la paciencia de los progenitores es puesta a prueba.
“Jean Piaget decía que es en esta edad cuando el niño comienza a desarrollar sus destrezas y habilidades. A los dos años los pequeños están conociendo su alrededor e identificándose con su espacio”, explica la psicóloga y consejera familiar, Rosario Murillo.
La experta afirma que estos motivos son los que impulsan a los niños a cometer travesuras y a tener un comportamiento insoportable, pero solo es parte del proceso normal de descubrimiento.
Consejos
Murillo aconseja a los progenitores brindar la estimulación que los niños necesitan en lugar de reprenderlo por sus travesuras.
“Los padres cometen errores como por ejemplo: prohibir al niño que salte, que corra o que se divierta. Hay que tener medidas de precaución pero no se los debe privar de estas actividades que son importantes para desarrollar el motor grueso”, agrega la especialista.
Durante la etapa de los dos años también es común que los padres se enojen porque sus pequeños se llenen de comida, pintura o arena, pues prefieren mantenerlos limpios.
Sin embargo, la psicóloga explica que estas pequeñas travesuras son vitales para el desarrollo del motor fino.
“Cuando el niño no ha tenido la libertad de jugar con los elementos de su alrededor, presenta problemas en el proceso de lectoescritura entre los cinco y seis años”, concluye.
Los padres aman llenar de mimos y arrumacos a sus bebés; pero cuando los niños llegan a la etapa de los “ terribles dos años”, la paciencia de los progenitores es puesta a prueba.
“Jean Piaget decía que es en esta edad cuando el niño comienza a desarrollar sus destrezas y habilidades. A los dos años los pequeños están conociendo su alrededor e identificándose con su espacio”, explica la psicóloga y consejera familiar, Rosario Murillo.
La experta afirma que estos motivos son los que impulsan a los niños a cometer travesuras y a tener un comportamiento insoportable, pero solo es parte del proceso normal de descubrimiento.
Consejos
Murillo aconseja a los progenitores brindar la estimulación que los niños necesitan en lugar de reprenderlo por sus travesuras.
“Los padres cometen errores como por ejemplo: prohibir al niño que salte, que corra o que se divierta. Hay que tener medidas de precaución pero no se los debe privar de estas actividades que son importantes para desarrollar el motor grueso”, agrega la especialista.
Durante la etapa de los dos años también es común que los padres se enojen porque sus pequeños se llenen de comida, pintura o arena, pues prefieren mantenerlos limpios.
Sin embargo, la psicóloga explica que estas pequeñas travesuras son vitales para el desarrollo del motor fino.
“Cuando el niño no ha tenido la libertad de jugar con los elementos de su alrededor, presenta problemas en el proceso de lectoescritura entre los cinco y seis años”, concluye.