Redacción.
El concepto de este complejo o síndrome fue expuesto por la investigadora Colette Dowling en su libro El complejo de Cenicienta: el miedo de las mujeres a la independencia.
De manera breve, según Dowling, puede resumirse en que algunas mujeres, por crianza, presiones familiares o sociales, cultivan el deseo desmedido e inconsciente de ser cuidadas. Este deseo procede del miedo a la independencia.
El complejo debe su nombre al conocido cuento de La Cenicienta, historia basada en la idea de que la feminidad debe poseer inocencia, belleza y resignación, pero de ningún modo independencia.
Valga recordar que en el relato de La Cenicienta, ella es incapaz de alterar su condición de sirvienta sin la intervención de un hada madrina y desde luego, del típico ejemplar masculino representado en la historia: el Príncipe Azul. Esa es la razón por la cual se considera a La Cenicienta como la figura típica de la dama en apuros.
¿Por qué es perjudicial para el matrimonio?
“Creo que este “síndrome” puede ir desgastando a la pareja a medida que pasa el tiempo, ya que no se dejan los espacios abiertos para que cada uno explore y viva su individualidad (parte necesaria y sana dentro de una pareja), ya que la mujer en este caso la que sufre del síndrome depende en todo momento de su hombre”, comenta la sicóloga Natalia Vargas Canea.
Una mujer en exceso dependiente de su compañero de vida resulta asfixiante. La vida matrimonial real no es un cuento de hadas; una relación común presenta problemas de toda índole, si a eso se le suma el hecho de que una mujer sea tan insegura de sí misma que tema tomar decisiones por sí misma, o que a veces haga de la manipulación un arte (incluso sin ser consciente de ello), conducirá a un problema mayor, ya que irá desgastando la relación.
Una mujer necesita sentir que es capaz de responder por sí misma al momento de que el cónyuge haga falta ¿Y de qué manera se logra? Preparándose para ser independiente en lo económico y así sacar a la familia adelante, eso no se logra si la única aspiración en la vida es que venga un Romeo a rescatarte a todo momento. Es un hecho que un sinnúmero de parejas ha llegado al divorcio dado que sus esposas alegan no sentirse satisfechas en el hogar y no tener tiempo para sus propias metas.
Una mujer en exceso dependiente de su pareja resulta asfixiante.
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Impacto en los hijos
“Teniendo en cuenta que el aprendizaje muchas veces es a través del modelamiento y de la observación, los hijos pueden ir tomando ese mismo patrón establecido en casa, o contrariamente el del padre que es el “príncipe que rescata a la princesa en apuros”. Ambas vías pueden suceder o quizá ninguna. Dependerá del modelo que el niño tenga de referencia”, alerta Vargas.
¿Cómo superarlo?
“Parte de mejorar la dependencia es trabajar su autoestima e ir conociendo sus propias capacidades para resolver lo que se pueda presentar en su vida cotidiana, de igual manera si trabaja de la mano de un sicólogo/terapeuta, irá encontrando sus fortalezas y estas se irán desarrollando a medida del tiempo y su desenvolvimiento generará una confianza en ella misma y en sus propias capacidades”.
La experta opina:
“Parte de mejorar la dependencia es trabajar tu autoestima e ir conociendo tus propias capacidades para solucionar lo que se pueda presentar”. Natalia Vargas Canea, sicóloga, Condominios de Valle, SPS.
Soluciones para no criar hijas con complejo de “Cenicienta”
1. Incentivar a las chicas a estudiar todo lo que puedan. Una mujer hoy en día necesita ser poseedora de conocimiento, tanto para el beneficio propio como el de una familia.
2. Es importante fomentar en las niñas un pensamiento crítico que les haga darse cuenta de que muchos clichés y estereotipos culturales no son ciertos.
3. Algunos ejemplos: ”Todos los hombres buenos están casados”. Falso. A veces se eligen hombres incorrectos. “Los hombres solo buscan sexo”. Mentira. Para llegar a esa situación se requiere de dos personas y deben aprender a tomar las decisiones correctas.
4. Es necesario que seas capaz de criar hijas capaces de luchar por sus sueños y a la vez aspirar a tener una buena relación sin que esta sea la única meta para ser feliz y sentirse realizada.