06/12/2025
01:31 AM

'Truncaron los sueños de un joven que nunca hizo daño”

Choloma, Honduras.

Las lágrimas invadieron los rostros de familiares, amigos, compañeros de estudio y vecinos de Gustavo Adolfo Euceda Bonilla (22) al ser sepultado ayer en el cementerio Amor Eterno en el sector López Arellano.

Las escenas fueron desgarradoras, los mensajes de despedida cargados de sentimiento y cariño para un joven que se robó el cariño de quienes lo conocieron por su don de servicio, la alegría y solidaridad que siempre lo caracterizó.

En las mentes de hombres, mujeres y niños quedaron grabadas las frases, las risas, los sueños del estudiante que esperaba con ansias finalizar sus estudios y viajar a Estados Unidos adonde en tres meses planificaba reunirse con su madre, pero no lo logró, asesinos apagaron su vida.

“Era un joven apreciado, talentoso, le truncaron sus sueños a un ser que nunca hizo daño. Solo puedo pedir bendiciones para los que lo asesinaron y Dios que se encargue de sus vidas” exclamó María Bonilla, abuela materna del estudiante.

A las 2:00 pm, los restos de Gustavo Adolfo fueron depositados en la fosa que fue preparada. No hubo velatoria, tras la entrega de sus restos, en Medicina Forense de San Pedro Sula, fue trasladado de inmediato al cementerio en Choloma.

Foto: La Prensa

Ayer en horas de la tarde fue sepultado en Choloma.
Casi simultáneamente llegaron al camposanto la madre del joven que desde Estados Unidos arribó destrozada para darle el último adiós a su hijo y el padre con quien el joven pasó la mayor parte del tiempo. Fueron escenas desgarradoras, no había consuelo, la partida del estudiante deja un vacío que también comparten sus compañeros de estudio y amigos.

El sepelio. En buses y en carros particulares arribaron centenares de personas que desde San Pedro Sula y Choloma se solidarizaron con las familias Euceda y Bonilla por la trágica muerte de Gustavo, el joven que todos los fines de semana visitaba a sus abuelos en Choloma y jugaba fútbol con los amigos en la colonia Monterrey.

“Es difícil asimilar lo que le hicieron a Gustavo, él no se metía con nadie, no merecía que acabaran con su vida. Ahora todo en manos de Dios, de él es la justicia”, expresó Maribel Agurcia, amiga del fallecido. Gustavo cursaba el tercer año de Ingeniería Industrial en la Universidad Privada en San Pedro Sula. El joven en sus ratos libres ayudaba a su padre en un taller que tiene en San Pedro Sula. Para Gustavo no habrá más tardes de fútbol, el deporte era su pasión. No habrá reuniones para bromas con amigos, cenas en familia, ni las risas que invadían la casa de sus abuelos, Gustavo ahora se convirtió en el ángel que desde el cielo cuida a su familia, la que confía que Dios haga justicia.