08/05/2024
05:47 AM

Pidió que mataran los toros más gordos para su velatorio

Nunca renegó de sus raíces humildes: “En aquel hoyo está enterrado mi ombligo”, decía refiriéndose a la aldea San Jerónimo. Tanto la quería la gente que la llamaban mi “mamá”.

San Pedro Sula, Honduras.

Amante del trabajo y de la gente humilde como ella, la exregidora de El Negrito, Yoro, Suyapa Castillo era una mujer de armas tomar. Lo mismo le daba manejar un camión que una retroexcavadora o cargar dos quintales de café. Unos días antes de caer abatida a tiros dentro de su negocio en la zona de El Guaymón había dicho que la podían matar, pero que al menos iba a tener la oportunidad de disparar contra sus agresores.

Dicho y hecho, la dama echó mano de su 38 cuando cuatro sujetos llegaron a asaltarla a la bodega Brisas del Guaymón este 2 de enero, logró ahuyentarlos a tiros, aunque la dejaron mortalmente herida.

Con su marido, óscar Guillén, practicaba el tiro al blanco en sus propiedades desde que unos extorsionadores la habían amenazado de muerte porque se negaba a pagar el mal llamado impuesto de guerra.

No lograron intimidarla, aunque le prendieron fuego, meses atrás, a un anexo de la bodega, repleto de café en grano y mercadería. Fue entonces que ella se hizo del revólver con el que quiso defenderse de sus agresores.

Estaba dedicada a la caficultura, la ganadería y el comercio.
Uno de estos en la huida fue a caer bajo las llantas de uno de los dos carros en los que llegaron a cometer el asalto, pero sus compinches lo auxiliaron y se lo llevaron fracturado.

“Era mi heroína”, dijo su única hija Zelena Guillén, quien se encontraba con ella en el negocio la mañana del suceso. Cuando la tomó en sus brazos para socorrerla, la madre la miró a los ojos y le pidió con voz débil: “Cuida todo, hija”, estas fueron sus últimas palabras porque la exregidora expiró cuando Zelena la trasladaba a toda prisa a una clínica de El Progreso. “Lo que me quiso decir es que recogiera su legado y que cuidara de la familia y de mi papá”, manifestó Zelena.

Aparte de haber sido una mujer de agallas, Suyapa Castillo fue la protectora de los pobladores humildes de varias comunidades de El Negrito y Morazán a quienes solía llevarles sustento y cariño. Prefería estar con ellos que en celebraciones sociales en grandes hoteles, expresó su compañero de hogar.

Su sepelio fue en Jardines del Recuerdo, de San Pedro Sula.
“Jamás pensé que ella se iba a ir primero, tomando en cuenta que yo tengo 74 años y ella solo tenía 44”, dijo don óscar.

Recordó que en una ocasión la sorprendió descargando un carro cargado de café, solo con una cipote. “La tomé del brazo cuando iba con un saco de 200 libras en los hombros y le dije: deje eso que no la quiero con una hernia en la columna”.

Sabiendo que la muerte la acechaba, le dijo a su marido que el día que ella muriera sacrificara los toros más gordos de su hacienda para darle de comer a la gente. Su deseo fue cumplido.

Don óscar reservó un predio en El Guaymón, que resultó insuficiente para tantas personas que llegaron a despedir a la “mamá”, como la llamaban por ser buena.

Cuando su hija Zelena se casó hizo la fiesta en la montaña para compartir con su gente.