Una ama de casa y sus dos hijos gemelos de apenas dos años murieron la mañana de ayer cuando la casa donde residían fue consumida por un incendio.
Ingrid Yamileth Castillo Medina, de 24 años, pereció junto a sus pequeños hijos Suany Yamileth y Rafael Yasua Meléndez Castillo.
El trágico hecho ocurrió cerca de las ocho de la mañana de ayer en la colonia La Libertad, en el sector de López Arellano en el municipio de Choloma.
El hecho sorprendió a los vecinos, pues no se explican las causas de la muerte de la ama de casa y sus dos hijos porque la hora en la que sucedió el incidente fue durante el día, lo que permitía a muchas personas prestarle los auxilios ante el clamor de la mujer.
La fatalidad de la familia Meléndez Castillo pudo ser más grande, pero la hija mayor del matrimonio conformado por Ingrid Yamileth y Nelson Enrique, identificada como Nayali María, de 13 años de edad, se salvó porque a esa hora su mamá la mandó a la pulpería a comprar pan y una bolsa de leche para desayunar.
Los vecinos, al observar el humo que salía de la vivienda, llamaron de inmediato al Cuerpo de Bomberos, cuyos voluntarios se desplazaron al lugar logrando controlar el incendio y una vez en el interior de la vivienda se llevaron una gran sorpresa: sobre el piso yacían los cuerpecitos de los gemelos y en una cama su madre.
Hipótesis
El informe preliminar descarta un cortocircuito. Las hipótesis apuntan que la pequeña Suany Yamileth, como de costumbre, se levantó muy temprano y tras varios minutos de andar despierta, caminando por la casa y jugando con uno de sus hermanitos, tomó una caja de fósforos y los empezó a manipular.
La ama de casa Ingrid Yamileth al parecer, según los dolientes, tras haberse despertado reprendió a la criatura y se volvió a dormir, pero como no tomó las medidas de seguridad, Suany continuó manipulando los fósforos.
La inquietud de la pequeña llevó a las consecuencias fatales, pues su inocencia la indujo a explorar la cabeza de los palillos por los que empezó a hacer contacto con la caja de los cerillos.
Al parecer uno de los palillos se encendió, se presume que la pequeña lo tiró sobre una ropa sucia que estaba en el piso y eso hizo que el fuego se expandiera por la humilde y pequeña casa de dos cuartos.
María Medina, abuela y madre de las víctimas, es consolada. La acompaña Nelson Enrique, padre y esposo.
Para investigar
La madre de los pequeños, al calor del fuego, se despertó, pero lo extraño del caso es que al pedir auxilio ningún vecino la pudo ayudar, pues se presumía que tenía algún problema con su esposo Nelson Enrique.
Lo extraño para algunas personas es que minutos antes del incendio su hija mayor, Nayali María, había salido de la casa a realizar un mandado a una pulpería cercana y por ello tuvo que haber dejado abierta una de las dos puertas de la casa.
Los familiares presumen que Ingrid Yamileth, al ver el fuego, intentó abrir una de las puertas, pero no quieren pensar que estaba asegurada, pues consideran extraño que no haya podido salir.
Además, consideran que los gritos de Ingrid pudieron haber sido escuchados desde el exterior porque la casa es pequeña, pero no quieren pensar que en lo ocurrido haya mano criminal.
Estaba sola
Nelson Enrique, padre y esposo de las víctimas, dijo no tener sospechas de lo que pudo haber provocado el incendio.
Dijo que su esposa e hijos se encontraban solos, pues esa noche no llegó a la casa por motivos de trabajo, al asegurar que es vendedor.
Agregó que en su casa también les acompañaba un hermano, al que identificó como Carlos Enrique Herrero, quien el sábado dispuso realizar un viaje a Comayagua.
“Anoche no llegué a la casa por cuestiones de trabajo, es más, no he llegado todavía”, dijo Nelson Enrique. María Medina, madre y abuela, lamentó lo ocurrido y por la forma cómo perdieron la vida sus familiares. A los cadáveres no se les practicaron las autopsias.
Útil
Agentes de la sección de homicidios de la Policía de investigación y fiscales realizaron ayer en la tarde una inspección a la casa.
Maternidad
La mujer dio a luz a los gemelos el 24 de septiembre de 2004 en el hospital Mario Rivas, en un parto normal. Los pequeños se encontraban en buen estado de salud.
Un vecino de la familia Meléndez observa el cuerpo de Ingrid Castillo que yace sobre el piso en el pequeño cuarto.
La casa donde residía la familia Meléndez Castillo tenía una medida de cuatro metros por lado; permitía apenas tener dos pequeños cuartos, uno de ellos utilizado como dormitorio; no contaban con baños ni con el servicio de agua potable. Todo estaba afuera.
