San Pedro Sula, Honduras.
Aunque el balance ideal de seguridad es de un policía por cada 300 habitantes, en el Valle de Sula hay un solo uniformado para más de 1,500 ciudadanos.
En cuanto a población, la Policía Nacional soporta el 500% de su capacidad operacional; por eso, los agentes y oficiales no bastan para combatir la delincuencia.
La falta de logística para proteger a los propios agentes hace que los índices de violencia aumenten en San Pedro Sula y los demás municipios del departamento.
La mayor parte de policías ingresan a la institución por la necesidad de un empleo. Pocos desempeñan su trabajo por vocación.
Hoy, cuando se celebra en el país el Día del Policía, la mayor parte de agentes tendrá una jornada rutinaria, sin agasajos. Solo el viernes habrá algunos actos de ascenso de oficiales, dijo César Johnson, vocero regional de la Policía.
Aunque en los últimos años, los agentes de seguridad nacional han sido blanco de críticas por actos de corrupción dentro de la institución, algunos de ellos aseguran que son más los que actúan con honestidad.
Guillermo Sánchez, agente de la Policía Nacional, dijo que “en esta carrera tenemos muchos sacrificios, como dejar a nuestras familias y nuestros lugares de origen solo porque necesitamos el empleo. Muchas veces nos desmoralizamos por nuestros bajos sueldos, ya que corremos mucho riesgo en las calles”.
Sánchez, originario de La Esperanza, lamentó que por el poco salario que recibe no puede viajar con frecuencia a visitar su familia.
La policía Yenny Romero, madre de dos niños, dijo que ha sido difícil desarrollarse en una carrera que antes era solo para hombres, pero que ha superado todas las pruebas porque le gusta lo que hace y siente satisfacción servir a la sociedad. “En la universidad estudio Mercadotecnia, pero siempre aspiro a seguir en la Policía”, agregó.
El proceso de formación para un policía es ahora más riguroso que años atrás, ya que la Secretaría de Seguridad solicita un nivel académico mínimo de ciclo común o secundaria completa y la formación policial se amplió de seis meses a un año.
Aunque el balance ideal de seguridad es de un policía por cada 300 habitantes, en el Valle de Sula hay un solo uniformado para más de 1,500 ciudadanos.
En cuanto a población, la Policía Nacional soporta el 500% de su capacidad operacional; por eso, los agentes y oficiales no bastan para combatir la delincuencia.
La falta de logística para proteger a los propios agentes hace que los índices de violencia aumenten en San Pedro Sula y los demás municipios del departamento.
La mayor parte de policías ingresan a la institución por la necesidad de un empleo. Pocos desempeñan su trabajo por vocación.
Hoy, cuando se celebra en el país el Día del Policía, la mayor parte de agentes tendrá una jornada rutinaria, sin agasajos. Solo el viernes habrá algunos actos de ascenso de oficiales, dijo César Johnson, vocero regional de la Policía.
Aunque en los últimos años, los agentes de seguridad nacional han sido blanco de críticas por actos de corrupción dentro de la institución, algunos de ellos aseguran que son más los que actúan con honestidad.
Guillermo Sánchez, agente de la Policía Nacional, dijo que “en esta carrera tenemos muchos sacrificios, como dejar a nuestras familias y nuestros lugares de origen solo porque necesitamos el empleo. Muchas veces nos desmoralizamos por nuestros bajos sueldos, ya que corremos mucho riesgo en las calles”.
Sánchez, originario de La Esperanza, lamentó que por el poco salario que recibe no puede viajar con frecuencia a visitar su familia.
La policía Yenny Romero, madre de dos niños, dijo que ha sido difícil desarrollarse en una carrera que antes era solo para hombres, pero que ha superado todas las pruebas porque le gusta lo que hace y siente satisfacción servir a la sociedad. “En la universidad estudio Mercadotecnia, pero siempre aspiro a seguir en la Policía”, agregó.
El proceso de formación para un policía es ahora más riguroso que años atrás, ya que la Secretaría de Seguridad solicita un nivel académico mínimo de ciclo común o secundaria completa y la formación policial se amplió de seis meses a un año.
