A sus 64 años, don German Gonzales es un ejemplo de trabajo, perseverancia y atención personalizada.
Todos los días madruga, se encomienda a Dios y se alista para comenzar su jornada.
Es un sampedrano adoptado, confiesa, pues nació en una aldea de Choluteca y llegó a San Pedro Sula buscando mejores oportunidades.
La amabilidad con la que trata a las personas que llegan a los tribunales sampedranos y no encuentran un parqueo en el interior es admirada por todos.
Con un chaleco color naranja y una gorra para cubrirse del sol cuida los carros de abogados, periodistas y todos los que llegan a realizar trámites a los tribunales. Cuenta que ya tiene 40 años de trabajar cuidando vehículos en todos los edificios donde han funcionado los juzgados, sin importarle las altas temperaturas.
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Ofrece los servicios durante las mañanas, cobra 20 lempiras por carro o lo que el cliente quiera darle. Algunos días le va bien, aunque no todas las personas son amables con él. Nadie le dice German, ya que es más conocido como Quesito, y el apodo se deriva por su segundo trabajo.
El sexagenario finaliza la jornada en los tribunales, toma un bus para recoger una canasta de lácteos y se desplaza al centro de la ciudad, donde tiene sus clientes de más de 30 años. Lleva queso, mantequilla, requesón y otro tipo de derivados de la leche hasta las oficinas de sus clientes. “Ellos me llaman, me dicen qué necesitan y yo les llevo personalmente el producto”, comenta.
Explica que recorre bancos, la municipalidad y muchas oficinas en el centro, hasta donde lleva su producto, pero su labor no termina allí, el día para Quesito se extiende hasta casi a la medianoche, cuando termina de vigilar un lavado de carros.
Es padre de una hija y vive en unión libre desde hace 20 años. Para Quesito no hay obstáculos y asegura que cuando se quiere salir adelante se puede, pero hay que dejar la pereza.