La noticia la semana pasada, de una joven hondureña de 25 años que decidió acabar con su vida después que le pidieran desalojar la casa que rentaba, alerta, según algunos psicólogos, sobre los problemas de salud mental en los jóvenes a causa de los precariedades económicas.
¿Hasta donde puede afectar el dinero al bienestar emocional? Los expertos advierten que una mala salud financieras es un factor de riesgo que puede conllevar graves trastornos psicológicos, desencadenando cuadros de depresión, ansiedad y otro tipo de problemas emocionales.
Daniel Menjívar, psicólogo, manifestó que ha podido notar incremento en casos de pacientes que desarrollan depresión y ansiedad por presiones económicas, especialmente en la población menor de los 30 años, sin embargo, hay muchos adultos que pasan por situaciones similares.
No obstante, el psicólogo destacó que la mayoría de personas económicamente activas están atravesando por trastornos emocionales, derivados del estrés económico, sin saberlo ni tratárselos, pues no todos pueden darse “el lujo” de ir a una terapia para ser diagnosticado y tratado.
Según Menjívar, las nuevas corrientes psicológicas defienden el concepto de “calidad de vida” para una mejor salud emocional. “Consiste en tener una estabilidad financiera no de opulencia, pero sí en donde se pueden tener cubiertas las necesidades básicas y un estilo de vida digno que supla vivienda, alimentación, educación y salud”, detalló.
Por lo contrario, si al individuo se le dificulta cubrir alguna de estas áreas, su salud mental se ve fuertemente afectada.
Incidencia
Aunque estos problemas no distinguen de género, hay cierto sector de la sociedad que lo resiente más que otro. En el caso de los hombres, tienen un papel de proveedor impuestos por los roles sociales y al no cumplirlo pueden desarrollar depresión y ansiedad.
En las mujeres las más afectadas son las madres solteras, quienes al no poder sostener las necesidades del hogar, enfrentan cuadros de ansiedad.
Soila Mendoza es una madre soltera de mediana edad, y cada mes enfrenta las preocupaciones de tener el dinero completo para pagar el alquiler de su vivienda, a lo que se deben sumar los gastos de materiales escolares y alimentación.
Como ella, muchas otras sampedranas y sampedranos jóvenes, deben enfrentarse a la cruda realidad de no encontrar un empleo que les permita acceder a una vivienda digna, lo que en ocasiones lo llega a poner al límite de su vida.