18/04/2024
06:29 AM

600,000 hondureños trabajan en la construcción en EEUU

Con temperaturas bajo cero, a decenas de metros de altura, sin equipo de protección, miles de hondureños trabajan para enviar las remesas.

Nueva York.

Omar Elvir, un hondureño que se dedica a pintar casas y edificios en Estados Unidos, comenzó la jornada de trabajo con optimismo, pensando, como siempre, en los dólares que ganaría sin sospechar que en cuestión de minutos estaría al borde de la muerte.

Confiado en su experiencia y en la costumbre, Elvir trepó la escalera y, a los pocos minutos de encontrarse a una cierta altura, cuando menos lo esperaba, se desplomó vertiginosamente e impactó contra un desayunador de granito.

Tras el accidente, a Elvir, por no gozar de seguro social, no le quedó otra opción que resistir, intentar reponerse del dolor y levantarse por lo menos para aguantar unas horas más de pie.

Después “me tuve que inyectar y tomar pastillas para el dolor de espalda, casi no podía caminar”, recuerda.

El jefe de Elvir, quien es el contratista, se enteró del hecho y reaccionó airado: “Omar, por tu culpa me tocó comprar otro desayunador para el cliente”, le dijo, sin preguntar cómo se encontraba de salud.

Los hondureños que emigraron hace más de cinco años han logrado ganar experiencia y, muchos, dentro de su ámbito son líderes y dirigen proyectos.
Todos los días, miles de hondureños, que dejaron su país por la búsqueda de una fuente de empleo, se juegan la vida realizando trabajos de alto riesgo o sin las herramientas de seguridad pertinentes para llevar el pan a su casa. Según la Oficina del Censo de Estados Unidos, en 2017 en ese país vivían 945,916 hondureños; sin embargo, esta cifra ha crecido en los últimos dos años por el aumento de los flujos migratorios.

Excluyendo a los niños, el 80% de hombres y mujeres trabaja en el sector de la construcción: remodelación de casas, como rooferos (trabajadores de techos), finisheros.

40
GRADOS.Esa es la temperatura máxima en la que es permitido trabajar en obras de construcción industrial, ello con la condición de tomar descansos de 15 minutos después de cada 45 minutos de labor.
Además de laborar en edificios y viviendas también en carreteras. El 20% se dedica a otras actividades. Entre ellos hay motoristas, mecánicos, jardineros y profesionales industriales.

Una lucha diaria sin cesar. Houston y Nueva Orleans son dos de las ciudades donde más hondureños se encuentran. Aquí prefieren trabajar en la construcción.

Día a día muchos se levantan muy temprano sin saber la hora de regreso a sus hogares, la razón no es que no conozcan el trabajo a realizar, sino porque sus patrones no les brindan los implementos de seguridad.

Otros no han tenido la misma suerte y siguen realizando trabajos poco remunerados.
Dentro de la construcción, los hondureños que más ganan dinero son los que trabajan instalando techos, llamados rooferos; sin embargo, son de los que más peligro corren. La Administración de Seguridad y Salud Ocupacional del Departamento de Trabajo en Estados Unidos (OSHA) obliga a las personas que se dedican a instalar techos a usar arneses después de seis pies de altura, cascos y zapatos con punta de acero, pero eso no siempre se cumple.

Mario Ordóñez, copaneco que reside desde hace 12 años en Katy, Texas, explica que él y varios de sus compañeros corren muchos riesgos, pero que la necesidad los obliga a trabajar 12 horas diarias y, en infinidad de ocasiones, sin las medidas de seguridad necesarias.

Instalamos techos, tenemos mucha experiencia en eso, pero eso no nos hace inmunes a los accidentes. No nos amarramos, algunos compañeros se han caído, han sufrido fracturas, pero muchos deciden no reportarlo o no demandar por miedo a que el patrón no nos vuelva a dar chamba o los reporte a migración, la mayoría no tenemos papeles”, explica. Así como Mario, Erick Castañeda y Omar Elvir, afirman que en la pintura la situación es similar, tanto a nivel residencial como comercial.

La rama de la construcción ofrece oportunidades laborales a miles de inmigrantes de todas las nacionalidades en Estados Unidos, pero al recién llegado siempre le tocan los trabajos más pesados. Los hondureños cuando llegan comienzan como ayudantes y quienes muestran más aptitudes logran escalar posiciones.

Con el correr del tiempo, muchos deciden especializarse, como sheetrockeros, finisheros, rooferos, pintores, y también están aquellos llamados handyman (hacen y saben de todo). Normalmente son los encargados de dirigir proyectos de remodelación o edificación de casas.

Los handyman hondureños han aprendido a leer planos y a mantener comunicación fluida, en inglés o español, con el arquitecto o project manager. Son los líderes o encargados de mantenimiento de grandes edificios de oficinas o apartamentos bajo el título de intendentes.

Trabajo y arte. Otros hondureños que prefieren no correr mayores riesgos realizan el oficio de jardinería. Aquí son llamados yarderos.

Los hondureños entrevistados por Diario LA PRENSA coinciden en que este oficio “requiere mucho sacrificio físico y rapidez”. La mayoría recibe su remuneración por trabajo terminado y no por hora o día.

Quienes se dedican a la jardinería residencial deben caminar mucho llevando su cortadora de césped despacio y, al mismo tiempo, combinando el trabajo con el arte: haciendo líneas decorativas acabadas finamente.

Los hondureños que laboran para compañías que ofrecen el servicio de jardinería reciben el pago según las metas cumplidas, por ejemplo, si la empresa tiene el objetivo de cortar los jardines de 50 casas al día y no cumple, el pago se reduce y el trabajador recibe menor remuneración.

Caso contrario, están los cortadores de árboles, que normalmente valoran sus ingresos por trabajo, tomando en cuenta riesgos, altura y si hay cableado eléctrico de por medio, llegan a cobrar entre $300 y $500 por corte.

En estructuras. Los ironworkers y soldadores son aquellos que arman, soldan e instalan estructuras de hierro en los edificios dentro de refinerías, plantas o edificaciones de oficinas y apartamentos.

Uno de los que se dedican a ello es Deivyn Galo, quien reside y trabaja en la zona de Alabama.

Lo que yo hago consiste en construir escuelas, aeropuertos, puentes, universidades, iglesias, hospitales, además hago estructura metálica, soldadura, etc…, soy orgullosamente hondureño, vine a EUA en 2003”, dice.

En tiempos de frío, con temperaturas de 10 grados bajo cero, Deivyn dice que es lo difícil de trabajar en esta actividad.

Se nos hace complicado, neva e igual debemos seguir trabajando, de igual forma con el calor. El hierro se pone muy caliente y a veces no nos podemos ni sentar en los bines (vigas).En algunos proyectos hemos trabajado a 120 pies de altura. Me he caído tres veces, no me he matado porque he tenido el arnés de protección”. Adicional al calor o frío, Galo es de los que piensa que pese al dinero que se gana o el esfuerzo físico que se realiza, lo más duro, es siempre trabajar lejos de casa y dejar solas a sus familias.

Eso duele mucho”. Muchos que hoy trabajan en obras de esta índole, necesitan certificaciones, licencias y más, y pese a que hay una ley no escrita de que mientras más estudios mayores oportunidades se abren, hay ingenieros o expertos en justicia criminal, egresados o con el Bachellor Degree en mano, que prefieren tomar estos trabajos por los ingresos que ello deriva.