En su discurso de toma de posesión del cargo, el doctor Arita León, nuevo rector de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, Unah, ha querido marcar el rumbo por el que la llevará durante su gestión y que no puede sino ser motivo de esperanza por las múltiples dificultades que la afligen. Ha dicho, en primer lugar, que quiere gobernar con base en el diálogo y a partir del consenso.
Ojalá que los múltiples interlocutores con los que deberá negociar asuman idéntica actitud, porque si hay postura que ha dañado hasta ahora a la Unah ha sido la de quienes creen tener el monopolio de la verdad, la de los que no velan más que por sus intereses, mezquinos muchas veces, o la de los que insisten hacer de ella una entidad política y no académica, no obstante los flacos resultados obtenidos desde que este último error se entronizó en la universidad. Ha señalado, además, que gobernará con transparencia y honestidad, y este asunto es esencial.
Basta conocer por dentro lo que ha sido hasta ahora nuestra máxima casa de estudios para bajar avergonzados la cabeza. Movidas, corrupción académica y económica, gente que no cumple, ni por cerca, con sus horarios de trabajo, personas que se dedican a negocios personales dentro de las horas laborables o aprovechándose del cargo, etc. Los remito al Informe de Gestión que la Comisión de Transición entregó el mismo día de la inauguración del nuevo gobierno universitario, ahí se señalan situaciones muy serias con las que hay que acabar cuanto antes.
Para apoyar lo anterior el nuevo rector habló de la implementación de procesos administrativos, científicos y éticos. Indicó que era fundamental que aquellos valores, de los que tanto se habla y poco se entiende y se practica, retornen a la universidad. Mencionó el civismo y la solidaridad como principios a promover desde la administración y desde las aulas. Una promesa muy personal que el doctor Arita hizo fue la de desempeñar un liderazgo innovador, firme y humilde.
A mí me gustó mucho que el valor de la humildad apareciera en el discurso de la máxima autoridad del más importante centro de estudios de la República porque en estos tiempos este valor, y no digamos su correspondiente virtud humana, es poco comprendido y practicado. Hoy no está en uso reconocer los fallos ni las propias carencias, saber pedir consejo, reconocer que no se sabe todo, poner al servicio de los demás lo que sí se sabe y se puede hacer bien. Señor rector, le hemos tomado la palabra. Sabemos que la autonomía responsable, la búsqueda de la excelencia y una verdadera comunicación con el pueblo que hace posible a la universidad son parte de sus expectativas. No olvide que esas expectativas son también las de todos los hondureños.