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Gozo en un pozo

  • 26 agosto 2021 /

    La semana pasada iniciábamos esta columna con un “ya era hora…” y terminábamos con un pelo que nunca falta en la sopa, al señalar, en palabras de fuente oficial, que faltaba la resolución de expertos y la declaración definitiva. Esto referido a la posibilidad, que sigue siendo imposibilidad, de la reanudación de las sesiones en Congreso Nacional con la asistencia física de los diputados, pues como dicen en el pueblo, “el gozo en un pozo”, aunque para algunos la alegría y satisfacción continúan.

    Pero como no hay mal que dure cien años… ya han salido voceros oficiales señalando que “este año regresamos a sesiones”. Ahora que se anuncia ya la apertura oficial de la campaña electoral sabemos bien cuál es la prioridad de las actividades de quienes aspiran a la reelección o a la rerereelección, porque los hay ya “vitalicios”, aunque califiquen el calificativo de exageración.

    Pero sin desviarnos del tema, asombra la decisión del Sistema Nacional de Gestión de Riesgos, cuyas personas concluyeron que no es seguro realizar sesiones en el hemiciclo legislativo, lo cual significa que en las oficinas de el Congreso Nacional las actividades que pudiera haber son de alto riesgo, de gravedad para los parlamentarios y el personal administrativo y de servicio. Eso ni ellos mismos se lo creen, pero “el que manda, manda”.

    Las sesiones virtuales durante la pandemia, que casi se pueden contar con los dedos de las manos, constituyen un instrumento idóneo para dirigir y manipular las sesiones, pues con un “se fue la señal”, conteo de votos a gusto del que contabiliza o la presentación parcial de iniciativas crean un ambiente positivo para dirigir, desarrollar y finalizar la sesión a gusto e interés muy particular.

    Tras año y medio de pandemia no hay justificación y mucho menos explicación para que podamos aceptar una situación tan anómala e irregular, pues si hay un organismo oficial, poder Estado, para autoasignarse recursos en emergencia o en otras situaciones es el Congreso; pero no, sus instalaciones no son seguras.

    Lo de la ausencia de segunda dosis en algún personal puede ser real, pero es la condición de la mayoría de los hondureños y no faltan a su trabajo.

    El personal del Congreso es más delicado, no está seguro por la ventilación y climatización del salón de sesiones, por el retraso en las vacunas, por la edad de muchos de sus miembros y por sus enfermedades…

    En conclusión, el poder del pueblo no acompaña a su pueblo, solo mira a la distancia, pero eso sí “nadando y guardando la ropa”.