Sin embargo, con la compra de los famosos hospitales ha quedado al descubierto una situación que no solo ha mantenido ocupados a los operadores de justicia y a los medios de comunicación, sino preocupada toda la población. Porque resulta muy difícil de entender que habiendo tanto dinero de por medio se haya actuado con tanta ligereza y que, hoy por hoy, no esté claro el destino de millones y millones de lempiras.
Además se asumía que, a estas alturas, los hospitales estarían funcionando y descongestionando una red hospitalaria de por sí insuficiente y para nada preparada para enfrentar la situación que todos sabíamos que sobrevendría.
Ahora vemos cómo han llegado dos de los siete que fueron pagados y comprados en tiempo récord, y estamos esperando que esos primeros entren en operación mientras llegan los otros cinco. Pareciera que hubo sentido de urgencia en la adquisición, pero no de la misma forma en el resto de la operación. De modo que, de repente, y si Dios nos echa una mano, podría darse que tuviéramos siete hospitales móviles instalados cuando ya haya pasado la crisis que el covid-19 ha causado.
La nueva directora de Invest-H parece que tiene la intención, en primer lugar, de desenredar esta intrincada madeja y, luego, asegurar que se recupere la confianza en la entidad; que se disipen las dudas y que el pueblo hondureño deje de sentirse traicionado por los encargados de manejar unos dineros que significan la vida o la muerte para una población enferma, que urge de atención sanitaria en medio de esta desgracia.
Por la paz social, por la defensa de la armonía entre los hondureños, por el bien de Honduras, ojalá logre su cometido.