Los actos de corrupción son ilegalidades que se cometen en perjuicio de los más necesitados de este país. Cada vez que se comete una de estas operaciones se están desviando millonarias cantidades de dinero que no estarán en las instituciones públicas a la disposición para cosas básicas como atención médica, educación y seguridad. Y jamás se cubrirán estas necesidades a través de otras vías porque seguramente hay muchos que no pueden pagarlas. Es una bofetada para todos estos hondureños. En el contexto de un país sumamente empobrecido esto decide sobre la vida o muerte de miles de hondureños.
La corrupción es una situación que pasó de ser un acto aislado de algún funcionario, a una situación institucionalizada. Como tal, goza de la protección, tolerancia y del protagonismo de las más altas autoridades. Es parte del quehacer de algunos de los altos funcionarios involucrados que diariamente trabajan en su obra diabólica, simulando estar dedicados al mandato legal que le han otorgado de dirigir una institución o una empresa pública. Se hace al amparo del poder político justificando cualquier necesidad del momento y del futuro.
Los actos de corrupción son operaciones que funcionan como un sistema. No son actos aislados de una persona o de un pequeño grupo de personas dementes que coludidos logran cumplir su objetivo con actos violentos. No es el atraco al estilo del viejo oeste de las películas de Hollywood. Más bien todo indica que se trata de operaciones muy bien diseñadas e implementadas para que se repitan muchas veces sin que exista autoridad, ley, reglamento o auditoría que las identifique y las pare. Guardan la apariencia superficial de lo moderno y lo necesario. El sistema trabaja para que los contratos con las empresas de maletín, los contratos que nunca se cumplen o que se entregan sin reunir los estándares de calidad, se produzcan en grandes cantidades.
Los actos de corrupción son transacciones mercantiles donde una persona desde adentro de la institución pública llega a un arreglo comercial con un externo, al que falsamente o sin tener las capacidades profesionales necesarias se le convierte en un proveedor. Los precios y las condiciones en este tipo de operaciones se definen en función de lo que quieren ganar los corruptos; por esta vía se le otorga al falso proveedor precios sumamente altos que pueden ser el doble o más del doble de una operación similar ejecutada en condiciones de normalidad entre dos empresas mercantiles. El corrupto desde adentro de la institución resulta beneficiado con un soborno o cosas parecidas. Los actos de corrupción hoy en día tienen el repudio generalizado de la población que no tolera más abusos que se cometen en su contra.