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¿Se está desligando del orgullo?

  • 31 marzo 2023 /

¿Sabía que el Salmo 131 es uno de los salmos más cortos de la Biblia? Sí, es uno de los más cortos para leer, pero uno de los más largos para aprender, como lo expresara el predicador del siglo XIX Charles Spurgeon. Lo que hace que sea el más largo para aprender es que desafía uno de los aspectos más difíciles de nuestro comportamiento humano: nuestro orgullo. “Dios mío —dice el salmista—, yo no me creo más que nadie, ni miro a nadie con desprecio; no hago alardes de grandeza, ni pretendo hacer grandes maravillas, pues no podría llevarlas a cabo. Más bien, me he calmado; me he tranquilizado como se tranquiliza un niño cuando su madre le da pecho” (vv. 1-2 TLA). Escuchamos, así, la oración sincera de alguien que busca desligarse del orgullo día con día. ¿Y usted, querido lector, se está desligando del orgullo o le está abriendo, más bien, la puerta?

Llama la atención la postrimera parte del versículo 2. El salmista dice que se ha calmado. ¿Se preguntó por qué? Lo que me viene a la mente es que esa arrogancia, esa vanidad, ese exceso de estimación propia que suele conllevar un sentimiento de superioridad, intranquiliza, agita, angustia y pone a la persona en desasosiego porque se requiere mucho esfuerzo para mantener la cabeza viendo siempre hacia abajo. Por eso el conocido autor de “Las crónicas de Narnia”, C. S. Lewis, dijo en una ocasión que el orgullo siempre está menospreciando, porque, “mientras miras hacia abajo, no puedes ver algo que está encima de ti”.

Finalmente, la expresión de serenidad del salmista ensambla con el último versículo del salmo. Aunque destetado, la satisfacción del niño se encuentra en la presencia amorosa de la madre y no solo en su provisión nutritiva. De ahí la recomendación de cierre: “¡Pon tu esperanza en Dios ahora y siempre! (v. 3 TLA). Es solo con la ayuda de Dios que se puede vencer el orgullo; es solo con su ayuda que se le puede controlar.