16/07/2025
07:57 PM

¿Qué hacían antes de mensajear?

A qué dedicaban su tiempo –mientras fingían trabajar-- esas recepcionistas indolentes y todas las dependientas de quioscos de golosinas, celulares y joyería barata, en qué estaba su atención antes, ya que ahora se concentra exclusivamente en contestar o enviar mensajitos.

Ese grupo de jóvenes reunidos, todos están enviando mensajes desde su celular… ¿a quiénes si también todos los amigos están ahí?

¿Se “mensajean” entre ellos aun cuando están frente a frente?

Usted estará de acuerdo conmigo en que no hay nadie, absolutamente nadie, que disponga de un segundo libre que no lo dedique a enviar, redactar o leer mensajes.

La pregunta entonces es: ¿Qué diablos hacíamos antes de que existieran y se popularizaran los celulares inteligentes y las tabletas?

¿Esa información que ahora fluye entre personas, entre ciudades, entre países, entre continentes, entre todo el mundo, es la misma, sólo que antes se comunicaba lentamente, por cartas o llamadas de teléfonos fijos?

¿O es algo nuevo que nació a raíz de la llegada de las nuevas tecnologías?

Y la más importante de todas las preguntas: Sirven de algo todas esas comunicaciones o son sólo un pasatiempo, como leer una vieja revista o llenar un crucigrama.

Creo que el 99 por ciento –o más-- son conversaciones sin importancia, creadas por la disponibilidad del medio y no por una real necesidad de informar o conocer de algo en particular.

Redes como Facebook, Twitter y muchas otras, han creado una nueva corriente de comunicaciones que -de momento- no sirven para nada.

Espero que en el futuro, de alguna manera se conviertan en algo productivo para la humanidad y no sólo sean una forma de meterse en problemas, Facebook ya ha provocado grandes líos y hasta unas cuantas muertes, cuando secretos íntimos han sido revelados al mundo.

Y también por medio de Twitter, inclusive grandes personalidades de la política y farándula mundiales han soltado sin querer asuntos personales o han lanzado comentarios de los que después se han arrepentido.

Ejemplo: El presidente Mujica comentó –refiriéndose a la Presidenta de Argentina y a su difunto esposo, quien carecía de un ojo-- “la vieja es peor que el tuerto para negociar”. Esas palabras estuvieron en “la red” casi antes de que terminara de pronunciarlas.

La cantidad tenderá a aumentar de manera exponencial en el futuro, no hay manera de detenerla.

Como un comentario paralelo: Qué tal establecer una ley que --al final de la vida de todos-- pusiera a disposición del mundo entero todas las conversaciones, todos los mensajes, todo lo comunicado en Internet por toda la gente.

Esa ley permitiría que todos supiéramos lo que hizo durante su vida cada persona; el político que presume de limpio, el hombre de negocios que declara ser cabal, el religioso puritano, la casta mujer y, desde luego, todos los funcionarios públicos que tienen por obligación ser honestos y servir al pueblo.

¿Ayudaría a un mundo mejor si supiéramos que al final de nuestra vida todos los mensajes, llamadas y correos estarán a disposición de quien quiera leerlos, en un sitio especial en la nube?

Vale la pena pensar en eso ya que, de alguna manera, la información ya existe y sigue siendo actualizada, cada segundo de nuestras vidas; es posible que muy pronto alguien salga con un “app” que permita acceso total a todos los mensajes, quizá inclusive en tiempo real.

Algo enorme ya sucedió con las revelaciones de Wikileaks y Snowden, quienes lanzaron al mundo entero información clasificada y metieron en líos a gobernantes de varios países.

Antes de enviar su próximo mensaje piénselo bien, nadie puede descartar que –en cualquier momento-- usted también se encuentre en el centro de la tormenta.