Recientemente tuve el placer de ver nuevamente la serie de televisión “Band of Brothers”. No recuerdo exactamente cuándo la vi por primera vez, creo aproximadamente unos veinte años atrás. Lo que sí tengo es la certeza de que me impresionó más ahora. Como que estos últimos veinte años de mi vida, con todo lo vivido, me hicieron captar mejor todo el drama, el sufrimiento, el heroísmo y el horror que la serie narra.
Definitivamente, una serie con una calidad excepcional, tanto que fue galardonada con seis premios Emmy. Es considerada una de las mejores creaciones cinematográficas bélicas de todos los tiempos y describe la historia de la compañía Easy (está basada en hechos reales), el batallón de paracaidistas de élite de Estados Unidos, desde su duro entrenamiento hasta su ejemplar trabajo durante la Segunda Guerra Mundial. “Band of Brothers” mezcla la heroicidad de sus protagonistas con el horror de una sangrienta batalla. Plasma las sensaciones más escalofriantes de un grupo de héroes, ubicados en las líneas enemigas, que se jugaron la vida para salvar a sus compañeros. Ese propósito al final fue más importante que ganar la batalla.
No ha vuelto a existir un conflicto bélico de esas dimensiones. En 6 años de guerra murieron de 55 a 60 millones de personas, sin contar con las pérdidas económicas y la destrucción de ciudades enteras a lo largo de Europa.
Nada, nadie, ningún motivo puede justificar una guerra. Y una de esa envergadura peor. Pero la búsqueda y adquisición del poder absoluto ha sido y es el incentivo para que muchas mentes enfermas ejecuten acciones que van contra todo derecho humano. La historia está repleta de ejemplos de ellos.
Los tiranos son usurpadores, déspotas, egocéntricos, hedonistas, irrespetuosos y hasta violentos. Existen en todos lados, en toda actividad. Todos conocemos uno en persona. El gran problema es que los vemos ahora más frecuentemente como líderes de naciones. Llegan allí por el voto popular y después se quedan por la fuerza. Cada vez más arrogantes, más prepotentes, violan leyes eternas para sus propósitos, tienen un culto excesivo hacia ellos mismos. El poder es adictivo.
El penúltimo capítulo de la serie se titula: “¿Por qué peleamos?”, y es la pregunta clave que uno de los combatientes formula a un grupo de prisioneros alemanes, iracundo e impotente después de ver tanto dolor, muerte y destrucción.
Hoy, 80 años después, aún seguimos peleando. La pregunta aún no encuentra respuesta.