09/07/2025
12:01 AM

Niñez abandonada

El Estado de Honduras no protege a la infancia. El Gobierno Central, las municipalidades, el empresariado, la sociedad civil y las organizaciones gremiales le han dado la espalda desde hace muchas décadas. La desintegración familiar es una de las principales causas, en que un padre o una madre abandonan a sus hijos o, mientras trabajan, los dejan al cuidado de la vecina, de un padrastro o madrastra, la abuela, etc. Cuando salen de su centro de empleo los encuentran en la calle y, en el mejor de los casos, dormidos.

Decenas de miles de los niños hondureños trabajan desde corta edad para contribuir al sostén del hogar y no tienen derecho para jugar. Otros miles salen de la escuela y pasan viendo por televisión programas prohibidos para menores, como El cartel de los sapos o El Capo, que nadie supervisa. La mayoría de los padres ignoran con quienes se congregan sus hijos cuando ellos están ausentes; si ya aprendieron a fumar cigarrillos, mariguana, crack o a beber alcohol, no les revisan las tareas ni se reúnen con sus maestros.

Centenares de niños no van a la escuela o la abandonan en el tercero o cuarto grado porque, según sus padres, ya están “garrudos” para ayudarles a sembrar la milpa o cortar café. Miles piden en los semáforos y venden películas porno en las gasolineras o restaurantes, sin que las autoridades obliguen a sus papás a darles una pensión para cubrir sus necesidades prioritarias, y menos enjuiciarlos.

Con la onda de la música, el narcotráfico y crimen organizado las bandas criminales los utilizan para el narcomenudeo o como “banderas”, es decir avisar a quienes les pagan si entraron a la colonia carros repartidores de productos básicos para asaltarlos, personas extrañas y hasta les enseñan a matar para ganar zonas de influencia. El 85% de las masacres en Honduras, según las cifras oficiales, son por la disputa de territorios, vender drogas y cobrar el “impuesto de guerra”.

En los últimos 15 días, al menos 16 niños han sido asesinados en la costa norte, tal vez para vengarse de sus padres inmiscuidos en negocios ilegales o los mismos infantes traicionaron a sus jefes. El crimen no respeta edades; en Honduras son niños todos los que no han cumplido 18 años, pese a que chiquillos de 12, 14 y 16 años asaltan o asesinan a personas inocentes, principalmente mujeres, solo por robarles un celular. Algo urgente tenemos que hacer todos los hondureños para prevenir esta barbarie, salvarlos, enseñarles siquiera a saludar y que dejen la calle por los estudios.