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Los riesgos del 5G chino

  • 25 marzo 2024 /

La adopción de la tecnología para las redes móviles de quinta generación 5G representa una transformación significativa en la conectividad global, pues brinda grandes oportunidades en sectores de la economía digital, el Internet de las cosas (IoT), la inteligencia artificial (IA) y la producción y distribución de energía, entre otros. El cambio es extraordinario.

No obstante, su implementación conlleva implicaciones cruciales para la seguridad y el desarrollo de los países. Por ejemplo, la confiabilidad de los protocolos de seguridad para el almacenamiento y la gestión de la información y los datos es un tema de vital importancia para la seguridad nacional y la inversión privada.

En este contexto, la elección de empresas de China para la construcción y operación de estas redes plantea riesgos importantes para la seguridad y la independencia de los países latinoamericanos, dada la estrecha relación entre las empresas de telecomunicaciones chinas (especialmente Huawei y ZTE) y el Partido Comunista chino (PCCh), además del gobierno. Desde hace dos décadas Pekín atesora una indudable influencia en la región, en especial en Sudamérica.

Conforme a su legislación, las empresas tecnológicas de la República Popular vinculadas al 5G están bajo el control del servicio de inteligencia chino. La ley china obliga a las empresas y a los individuos a colaborar en los esfuerzos de inteligencia del gobierno, sin posibilidad de oponerse. Y no solo eso: incluso en el caso de información privilegiada y sensible, tanto pública como privada, sin que existan garantías de que no se aplique extraterritorialmente.

Esta circunstancia plantea un riesgo significativo en relación con posibles “puertas traseras” que podrían permitir el acceso y la filtración de información y datos, amenazando la integridad de la infraestructura de las redes, la nube y los servidores. Estas vulnerabilidades no solo amenazan la seguridad de los países que adopten las redes chinas, sino que también ponen en riesgo los secretos industriales de las empresas que operan en ellas.

Numerosos países, entre ellos Costa Rica, Rumania, Canadá, Reino Unido, Estados Unidos, Japón, Estonia, Australia, República Checa y Francia han excluido a empresas chinas como Huawei y ZTE para que sean proveedores de tecnología para las redes 5G. La Unión Europea ha impulsado la adopción de mecanismos como cajas de herramientas para abordar las posibles amenazas asociadas con la tecnología china.

No solo hay cuestiones de seguridad. Compañías chinas como Huawei y ZTE han sido señaladas por distintos medios de comunicación de ser responsables de inflar costos, incurrir en demoras injustificadas y llevar a cabo prácticas corruptas, aliándose con gobiernos igualmente corruptos para filtrar información sobre los ciudadanos, especialmente los miembros de la oposición.

En América Latina, Costa Rica fue el primer país en desarrollar una normativa que garantiza la ciberseguridad de las redes 5G, estableciendo requisitos estrictos para los prestadores de estos servicios e incluyendo un régimen de protección a la intimidad y los derechos de los usuarios. Dicho reglamento prohíbe la participación de compañías provenientes de países no suscritos al convenio sobre ciberdelincuencia de Budapest de 2001 en los procesos de licitación de 5G del país. Ello incluye a China y Rusia.

En la región, 21 países participan en la iniciativa geopolítica de la Franja y la Ruta (BRI) de China desde 2013, una estrategia que busca fortalecer la posición global de China mediante el desarrollo de infraestructuras y la cooperación internacional. Sin embargo, la creciente influencia china, especialmente a través de acuerdos comerciales e inversiones, ha generado cuestionamientos. También se ha advertido sobre la Ruta de la Seda Digital. China espera ser líder en tecnología 5G y en inteligencia artificial, expandiendo su poder militar y permitiendo al Ejército de Liberación Popular tener un alcance global para 2027, así como usar la tecnología para normalizar la vigilancia estatal.

Casos como el de Venezuela, Ecuador y Argentina son especialmente ilustrativos de los peligros de la dependencia económica de China, incluida la llamada “trampa de la deuda”. Estos países se han visto atrapados en una espiral de deuda con el gigante asiático, lo que ha llevado a una mayor influencia y control por parte de China sobre las decisiones en asuntos relacionados con las inversiones y los proyectos de compañías chinas en esos países.

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