11/11/2025
11:21 PM

Ley que urge derogar

Redacción.

Si la raíz de todos los males es el amor al dinero, no existe raíz más podrida o más rancia que el amor al dinero fácil. Podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que ese asunto es el que ha generado tanta muerte, así como el caos en nuestra sociedad.

El amor al dinero fácil se fundamenta en una filosofía de vida que es más abarcadora y que extiende sus tentáculos a cada rincón de la sociedad hondureña. No escatima raza, religión, estatus económico, posición social, edad, oficio, etc. Esta filosofía es la muy conocida “ley del mínimo esfuerzo”.

Y entra en vigor no solo cuando alguien roba o extorsiona sino también cuando una persona no hace fila, copia en los exámenes o sale huyendo al darse cuenta que será padre de familia.

Mencionamos lo anterior porque debemos tener claro que para erradicar el amor al dinero fácil es urgente “derogar” primero de nuestra mentalidad y de nuestro acervo cultural la ya mencionada ley del esfuerzo mínimo. Mientras ella no sea suplantada por la ley de la excelencia, de la dedicación o del máximo esfuerzo difícilmente podremos esperar mucho –o siquiera algo– de nuestra sociedad; difícilmente podremos esperar que nuestra realidad mejore. Y este cambio debe ser un compromiso de todos: familia, escuela, iglesia, gobierno, etc.

Los primeros capítulos del Génesis indican que Dios revirtió el caos primigenio con dedicación, esmero y diligencia, trabajando arduamente en los seis días de la creación, a tal grado que tuvo que “descansar” el séptimo. Y si Dios lo hizo, cuanto más nosotros. No es difícil imaginar cómo estaríamos en Honduras si cada maestro, policía, padre de familia, estudiante, empresario, trabajador, etc. dieran lo mejor de sí para sacar adelante a esta nación. Sin duda que no son pocos los que lo están haciendo. Sin embargo, existe todavía una buena cantidad que o vive en la mediocridad o se esfuerzan solamente para delinquir y generar así más caos social.

Cierro con algunos proverbios bíblicos que indican que solo el que es diligente, es decir, el que se esfuerza al máximo, podrá alcanzar el éxito duradero en la vida, contribuyendo así al mejoramiento social. El perezoso, el negligente o el haragán quedarán tarde o temprano en la ruina, que puede llegar a ser ruina total, es decir, la muerte.

- Los perezosos pronto se empobrecen; los que se esfuerzan en su trabajo se hacen ricos (10:4).

- Trabaja duro y serás un líder; sé un flojo y serás un esclavo (12:24).

- El perezoso no alcanza presa, pero el diligente alcanza grandes riquezas (12:27).

- Los perezosos ambicionan mucho y obtienen poco, pero los que trabajan con esmero prosperarán (13:4).- Los planes bien pensados y el arduo trabajo llevan a la prosperidad, pero los atajos tomados a la carrera conducen a la pobreza (21:5).

- La codicia del perezoso lo lleva a la muerte, porque sus manos se niegan a trabajar (21:25).