06/03/2025
01:31 AM

La misma forma

  • 22 septiembre 2024 /
Emy James

Brian Weiss, psiquiatra y autor norteamericano, nos asegura en sus muy recomendables libros que todos los seres humanos estamos conectados de una u otra forma y que, por lo tanto, todo lo que hacemos tiene alguna repercusión en otros. Platón hablaba de cosas similares, explicando que tanto las cosas buenas como las no tanto que hacemos por las demás personas, se nos regresan de alguna manera, en algún momento, así nos demos cuenta o no. Luego John Donne nos dice en su poema: “Por quién doblan las campañas”, que ningún hombre es como una isla, que todos somos parte del mismo continente por lo tanto lo que le sucede a usted, de alguna manera, le sucede a los demás.

Esto me hace recordar ese episodio en la película: El Hombre Araña, en la que el personaje de Tobey Maguire, molesto por la forma en que lo ha tratado su jefe, decide no intervenir (pudiendo perfectamente hacerlo) cuando un asaltante irrumpe en sus oficinas (las de su jefe) para llevarse todo el dinero que pudo encontrar. Solo un poco más adelante, este mismo asaltante mata a una de las personas más importantes en la vida del superhéroe, dejándole no solo un infinito dolor sino también el remordimiento por no haber hecho lo que sabía muy dentro de sí, que debía hacer. Definitivamente, esa decisión de no prestar ayuda a la persona que él consideraba, no la merecía, repercutió automáticamente en su propia vida. Ironías del destino a las cuales, a estas alturas, estamos más que acostumbrados a ver, aún más allá de las pantallas del cine o la televisión.

Leí por ahí una anécdota de alguien que vivía hace ya varios años en un país donde le era relativamente fácil adquirir un artículo muy valioso y apetecible en otros lados más lejanos y menos afortunados que ese país en el que vivía en ese momento, artículo que él anhelaba. Era fácil, porque es precisamente en ese lugar donde se fabrican estos artefactos tan deseables. Cuando estuvo listo para ir por su apetecido objeto, recibió la llamada de un conocido, alguien que ni siquiera era tan cercano a él, pidiéndole que cuando regresara le trajera, precisamente una pieza de aquellas, que se la pagaría. Como no tenía suficiente dinero para comprar dos, se decidió entonces únicamente por la de su conocido no tan cercano. Al tenerlo enfrente y ver lo emocionado que estaba por aquello, no fue capaz de cobrárselo así que se lo ofreció como un regalo. Como es fácil de imaginarnos, la otra persona no cabía en sí de la alegría y agradecimiento. No volvió a verlo y olvidó por completo el asunto. Hasta hace unas semanas cuando un hijo suyo viajó a ese lugar y sin haber mencionado nadie nada sobre el asunto, le trajo de regalo precisamente eso, que él había obsequiado sin ninguna razón en particular hace tanto tiempo. Algo inesperado que lo llenó de alegría y sorpresa, por cómo trabajan las cosas en este misterioso estado llamado vida.

Porque, así como hablamos aquí de algo material y tangible, la realidad es que esta es la misma forma en que funciona todo lo demás.