19/04/2024
12:32 AM

¿Invirtiendo su talento?

Emilio Santamaría

Los psicólogos nos dicen que no es el cociente de inteligencia que tenemos el que marcará nuestro futuro, sino el destino que le demos. ¿Quiere un ejemplo? Recuerdo a un compañero de estudios en la Ciudad de México, donde nací. Era excepcionalmente inteligente. Le llamaremos Pedro, para no revelar su verdadera identidad. Destacaba porque comprendía todo, aún las explicaciones más enrevesadas de algunos catedráticos. Sus notas eran siempre altas, pues le bastaba un leve repaso para ello. Se graduó con honores en Administración de Empresas.

¿Qué ha sido de él? Con pena me enteré, durante una reunión de mi generación, que estuvo preso algunos años por un fraude muy inteligente, muy bien planeado, que ejecutó contra uno de los clientes del “Banco X” en que trabajó. De hecho, no era fácil descubrir aquello, ya que involucraba una cuenta de alguien que acababa de morir y cuyos parientes no tenían una idea de la existencia de esos fondos. El compañero que me relató la desagradable noticia me explicó casi con admiración las maquinaciones con que Pedro había hecho transferencias de fondos electrónicas y cómo había cubierto los rastros cuidadosamente. “Mató la gallina y enterró bien las plumas” me dijo, y añadió: “Tú sabes bien que siempre fue muy inteligente”.

Y no lo dudo, su problema no fue ser inteligente, sino el rumbo que le dio a esa inteligencia. Efectivamente, mató la gallina y enterró bien las plumas, pero no se la pudo comer. ¿Qué fue lo que ocurrió? Una amiga suya, a quién, con unas copas, le confió solo algunos detalles de su “extraordinario plan”, cuando vio la cuantía de la estafa, le pidió una parte. Como él se negó. Ella lo reveló a los familiares despojados, y estos y sus abogados, se encargaron del resto.

Hoy, Pedro, preso, desacreditado, amargado y resentido. No concibe, seguramente, cómo una muchacha tan tonta echó a perder un plan tan inteligente. Y yo pienso en lo mucho que debió de haber ganado aplicando ese talento para bien.

LO NEGATIVO: Guiar por la senda equivocada, la inteligencia que Dios nos haya dado.

LO POSITIVO: Invertir para bien nuestro talento, grande o pequeño, consiguiendo paz mental.

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