Si existiera un compromiso a toda prueba contra el narcotráfico por parte de las autoridades de los países involucrados y de sus sistemas económicos, definitivamente que las extradiciones vendrían a ser una medida efectiva para combatir el narcotráfico y todas las formas del crimen organizado. La leyenda corre que nadie se escapa de la ley ni de las prisiones norteamericanas y el que allí cae nunca más sale. Qué mejor manera, se piensa, de encerrar a los que tanto daño hacen a los demás.
Pero generalmente queda ese mal sabor cuando vemos por una parte un discurso que se aleja completamente de lo que se hace y se fomenta. Estados Unidos sigue siendo uno de los mercados principales de todo tipo de droga. Su juventud y también sus adultos son las víctimas de todas esas sustancias que rápidamente destruyen sus cuerpos y almas. Según la Administración de Servicios de Abuso de Sustancias y Salud Mental de los Estados Unidos en su informe del 2013, el consumo de drogas ilícitas en EUA se ha incrementado. Esto significa un mercado vibrante de personas que por todos los medios buscan saciar sus adicciones generando un incentivo para que el negocio prospere con todos los riesgos que esto implica.
Pero se informa también que el consumo de cocaína cayó, teniéndose una estimación de 1.4 millones de personas adictas a esta droga en Estados Unidos. Pero los decomisos de cocaína en América Latina son cada vez más grandes, las fortunas producto de ese negocio son cada vez más escandalosas y las prisiones están cada vez más llenas de personas acusadas por estos delitos.
En nuestro país desde que millonadas de recursos fueron legalizadas a través del lavado por todo el sistema financiero y económico prácticamente estamos a merced del crimen. Cualquier medida contra el narcotráfico que se pretenda realizar va a quedar pequeña ante esos mecanismos de la economía que prácticamente blindan el negocio de la droga. Por eso nos sorprendemos cuando los decomisos, capturas quedan un par de días después neutralizadas por cualquier acción legal y mercantil que se emprende para recuperar los bienes y los activos perdidos. Esto se ha convertido en una historia de nunca acabar: se capturan dos y surgen muchos más. Se incautan enormes cantidades en bienes, pero un año después la fortuna se ha recuperado.
Quizá estemos ya muy tarde para confiar en las tradicionales medidas contra el tráfico. Los castigos severos como que no asustan y cada vez están más llenas las cárceles de personas involucradas en esa actividad contribuyendo a la creación de un problema adicional: el crimen organizado dentro de las prisiones. El combate por medios militares y policiales es cada vez más sofisticado y costoso para los débiles presupuestos del Gobierno. La solución está en gran medida en la reducción del mercado que hasta ahora no para de consumir. Pero también si en nuestros países no paramos el blindaje que se le da al lavado de activos tampoco servirán las medidas de castigo por más duras que sean.