Sin lugar a dudas las personas somos una suma de nuestros genes y el ambiente en el que fuimos criados. Los estudios más aceptados hasta el momento demuestran que, en la mayoría de los casos, el ambiente puede más que los genes, sin olvidar el estilo de vida que puede llegar a ser determinante. Basados precisamente en estas investigaciones, la revista Selecciones publicó hace algún tiempo algunos datos muy interesantes acerca de ciertas características nuestras heredadas específicamente de nuestra madre unas y de nuestro papá, otras.
Por ejemplo, aunque no esté completamente comprobado, hay razones para pensar que el nivel de inteligencia con el que hemos nacido ha sido legado de mamá. Basta con un breve análisis un poco de observación y atención al asunto para llegar a la conclusión de que esto podría ser verdad, ¿no le parece a usted? Asimismo, parece que la manera en la que envejecemos se parece mucho a la manera de envejecer suya, su poca o mucha capacidad para concentrarse también nos la ha traspasado, así como su buena o mala memoria y el metabolismo alto. Esto significaría que, si mamá tiene por naturaleza un cuerpo bien proporcionado, ¡nosotros también! Y bueno, si no lo tiene, nosotros tampoco, qué le vamos a hacer.
La parte que más me emociona de esto es aprender que también es ella quien nos ha heredado el sentido del humor. Así, si ella es divertidísima, siempre y cuando no esté fregando los platos se muestra muy animada y enérgica, entonces nosotros también deberíamos mostrar rasgos de personalidad similares. Pero y si, al contrario, ella ha resultado ser una mujer muy seria, con cara de pocos amigos y nos damos cuenta de que así mismo nos ven las personas, no seamos tan duros con nosotros mismos, lo hemos heredado de mamá.
Bueno, pero ¿y qué hay de nuestro padre? Pues, aparentemente si tenemos tendencia a subir de peso con demasiada facilidad, eso se lo debemos a él que, y no lo olvidemos, lo ha obtenido a su vez, de su padre. Pero también nos ha transmitido su capacidad para reproducirse, su postura al sentarse, al dormir y si, la tendencia a perder el cabello a una edad temprana.
De todas maneras y como mencionaba al principio, no es buena idea dejarle todo el trabajo a la genética cuando se trata de mantenernos bien. Si nos descuidamos a nosotros mismos, muy difícilmente podríamos conservar las cosas favorables heredadas al igual, si nos queremos y cuidamos mucho, las peculiaridades desfavorables podrían verse revertidas sin mayor problema.
Y bueno, ya hablando de nuestros hijos, los que los tenemos podemos ver claramente cómo todas estas cualidades nuestras están ahí en ellos de manera inevitable, lo bueno y lo no tan bueno. En cuanto a los que aún no son papás y piensan serlo, tienen todavía la opción de escoger un compañero(a) con sus características preferidas para reproducirse, esto claro, si la magia que se producirá cuando se enamoren les da alguna oportunidad de decidir algo. La realidad como yo la veo es que son precisamente ese cúmulo de rasgos tanto positivos como negativos los que hemos llegado a amar de la persona con la que hemos decidido tener descendencia y, por lo tanto, ver todo eso reflejado en nuestros hijos no puede sino hacernos sonreír cada vez que lo notamos.