18/04/2024
11:06 PM

Francisco Saybe, la pasión teatral

Juan Ramón Martínez

Hubo un tiempo, mucho más largo que el que nos merecemos, que solo Tegucigalpa tenía teatros. El resto del país, disfrazaba sus limitaciones, llamando teatros a los cinematógrafos. Por ello es que, las compañías teatrales solo hacían escala en Tegucigalpa. Y en ninguna otra ciudad más. No es accidental que nuestra generación, en sus primeras décadas, llamaba a Tegucigalpa, “La Culta”. Aquí estaba el Teatro Nacional Manuel Bonilla, otro pequeño teatro “Avellaneda” y “Reforma”, manejado por sensibles voluntarios. El Teatro Universitario, dirigido por Francisco Salvador, fue un movimiento intelectual, hacia adentro que, casi nunca se movió a San Pedro Sula, menos a Choluteca, La Ceiba, Siguatepeque, Danlí u Olanchito. Era burocrático, obra de artistas- funcionarios-. Como también, el teatro de la Escuela Superior.

La excepción fue La Ceiba en donde creció un teatro animado por el español Juan Ferez, sus hijos y artistas aficionados. Aquí nació José Francisco Saybe el 30 de mayo de 1936. Fue hijo de Neyun Handal y de Francisco Saybe. Junto a su familia se trasladó Tegucigalpa, donde después de hacer el bachillerato en San Miguel, se graduó de ingeniero en la Unah, en 1957. En 1958 viajó a Estados Unidos para especializarse en diseño y supervisión de carreteras. En 1970 funda la firma “Saybe y Asociados”. El 17 de septiembre de 1966 contrajo matrimonio con Rosa Emilia Larach, con la cual procreó a Marcela Denise, Javier Francisco y Vanessa Alejandra. Fue docente en la Unah en SPS durante 15 años; y se desempeñó como cónsul honorario de la República Oriental del Uruguay.

Pero como dice Marco Rietti, “su pasión fue el teatro y con un grupo de amigos fundó en 1969 el Círculo Teatral Sampedrano, del que fue su presidente desde su fundación. El teatro era parte de su vida, lo disfrutaba y le llenaba de ilusiones, viajaba y siempre concurría a espectáculos teatrales; y acá en la ciudad, era un asiduo visitante en las salas de los cinemas”.

La obra de Francisco Saybe, es insuperable. Dirigió 67 obras teatrales, diseñó 100 escenografías y tradujo del inglés al español, 28 obras teatrales. “Su visión – la que logró con su enorme capacidad de trabajo— fue tener un teatro moderno, con todos los requerimientos escénicos y de comodidad para el público”. El 14 de junio de 2013 inauguró su sueño. El teatro, como me escribe Rietti, “lleva merecidamente su nombre”.

Hay algo importante en SPS. El teatro forma parte del gusto de las clases medias altas y superiores. Mientras en Tegucigalpa el teatro fue socialmente elitario, marginal y en algunos casos estatal. En San Pedro Sula, Saybe convirtió el teatro en una afición de los sectores de mayor nivel de ingresos. Su éxito fue sostenido por el respaldo de lo más distinguido de SPS, personalidades exitosas económicamente, pero necesitadas de encontrar en el teatro, una legitimación cultural. Por ello, predominó el voluntariado, apoyado por las clases capitalistas. Contrario a Tegucigalpa, donde además de mezquinos, ven con desdén a los cultores del teatro. Por ello en Tegucigalpa se hace teatro para minorías. “En SPS, las mejores presentaciones de Saybe fueron El Abogado del Diablo, El Milagro de Ana Sullivan, la Casa de las Chivas, la Casa de Bernarda Alba y con la que celebró, -- dice Rietti-- sus cincuenta años en el CTS, Tía Mame”.

Francisco Saybe acaba de morir en San Pedro Sula. Aunque buen ingeniero, fue mejor promotor cultural. Y por ello, le recordarán. Como hombre singular, sensible, humano y afectuoso, sus amigos lo echaremos en falta. Pero será un símbolo para las nuevas generaciones, de donde saldrán, seguramente, potentes seguidores de sus pasos.