“Los pueblos indígenas hemos podido ocultar nuestra identidad porque hemos sabido resistir”: Rigoberta Menchú.
La identidad de cada persona está siendo formada a través de experiencias individuales, relacionales, culturales y medios de comunicación. David Benner, un psicólogo y autor del libro “El regalo de ser usted mismo”, define la identidad como “que experimentamos nosotros mismos para ser, el que cada uno de nosotros lleve adentro, a menudo, se siente la presión para definir nosotros mismos a través de nuestro trabajo, situación financiera, éxitos, grados. Los cambios son dramáticos y se puede evidenciar desde un concepto psicológico como un estado de confusión, las personas muestran inseguridad de sus valores, metas, acerca de su identidad; se sienten confundidos acerca de quiénes son y cuál es su papel en el mundo. Las razones pueden ser muchas entre ellas los eventos traumáticos las cuales llevan a una profunda búsqueda de significado y propósito que manifiesta una crisis de identidad, la presión social, los cambios significativos en la vida. Lo más lamentable que en la práctica las consecuencias siempre son evidentes depresión y ansiedad que provoca la confusión, problemas relacionales, baja autoestima y los riesgos de tomar conductas autodestructivas; cada día vemos en las calles de la ciudad, noticias en los periódicos de estas realidades. Si vives la identidad basada en cómo Dios te ve, no debe sentir la necesidad de encontrar su valor en circunstancias externas; uno de los pasajes más poderosos sobre identidad en la Biblia está en Efesios, el cual dice: “Que Dios nos identificó como propios al reconocer la verdad; la buena noticia, cuando creyeron en Jesucristo” Efesios 1:13 NTV. Toda bendición espiritual de ser elegido, adoptado, amado, redimido, perdonado y aceptado en el amado y por su gracia pasar a un estado de eternidad es una oportunidad; para ello no necesitas opiniones, sugerencias necesitas una vivencia y una experiencia genuina con Dios.