Han pasado un par de meses y los políticos han iniciado las oscuras pláticas y reuniones para lanzar prematuras candidaturas. Recorren los municipios del país autoproclamándose líderes capaces de sacar adelante nuestro maltratado país. Es algo viral: se lanza uno y después se contagian todos y las postulaciones sobran en todos los partidos. Como se sabe en todas esas intenciones no cabe más motivación que el cálculo individual y la aspiración personal.
En el ambiente se habla incluso de aspiraciones reeleccionistas y los que andan detrás de esto inventan argumentos y encuentran entre sus círculos suficiente gente que repite las mismas banalidades. Por allí dicen falsamente que en solamente dos meses el Gobierno actual ha tenido resultados sorprendentes, jamás antes vistos, y por eso hay que mantenerse en el poder para seguir con esa gran obra. Rematan indicando que de todas formas, brinque quien brinque y como sea, el resultado electoral no puede ser más que una victoria para el Partido Nacional.
Cuando la opinión pública escucha lo insustancial de lo que se hace y piensa; de lo temerarios que se vuelven los políticos tradicionales en su afán por atornillarse en el poder, inmediatamente surge el comentario mordaz o el insulto. Y es que en definitiva no se transmite, ya que no puede ser de otra forma, una impresión seria y pensada de lo que se está haciendo. De entrada se sabe que detrás están los pequeños círculos de allegados, empleados y más de algún periodista que, bien conectados en las estructuras del poder, entran en el juego de empezar a implementar esas campañas de méritos y adjetivos inventados, de argumentos cínicos y temerarios que poderosamente difunden entre ellos mismos y por los medios de comunicación. Estas son las cosas que comenta la gente. Y no sé qué les dieran los amigos y cercanos a los que se postulan prematuramente a los más altos cargos de la nación, pero si les dicen lo contrario, les están mintiendo terriblemente, quién sabe por qué razón.
Pero el país no aguanta más de lo mismo. Mientras hay naciones latinoamericanas que ya tiempos encontraron el rumbo del desarrollo humano y sostenible, nosotros damos un paso y retrocedemos dos. Al menos hasta ahora no hay indicios concretos que indiquen que el multipartidismo al estilo Honduras se ha convertido en algo mejor que el agotado sistema bipartidista que terminó. Se sigue transmitiendo la idea de que el Gobierno es para servirse y para afianzarse para otros períodos. Pero lo anterior significa seguir jugando con la paciencia de la gente que simplemente no soporta el descaro con que se actúa.
Los partidos que gobiernan desde las diferentes posiciones que les ha tocado después de las elecciones están obligados a desempeñarse con altos criterios de honestidad, transparencia, de sensibilidad social y eficiencia. El país desde hace mucho tiempo no se puede dar el lujo de las improvisaciones y las imposiciones de los que siguen deleitándose con el poder.