26/04/2024
12:54 AM

Algunas veces cuando nos sentimos

Francisco Gómez Villela

Algunas veces, cuando llega la alta noche, cuando todo es quietud alrededor, cuando el ave duerme cobijado por el frondoso árbol, cuando el bebé duerme placido bajo las mantas, cuando una parte del planeta se entrega al descanso bajo el influjo de la luna, algunos lidian con preguntas incómodas que vienen de bien adentro.

¿Así son las cosas? ¿ así deberían ser la cosas? ¿estoy siendo como debo ser? ¿estoy siendo como se espera debería ser? ¿qué ejemplo doy?

Preguntas que generalmente obviamos, dejamos pasar de lejos, porque prestarles atención significa renunciar al atesorado concepto del propio albedrío.

La respuestas a tales preguntas varían según la edad. Solo el tiempo tiene la capacidad de dar respuestas acertadas a ellas.

Y probablemente el humano nunca se detenga a buscar las respuestas. Es más fácil acallar la conciencia y vivir en modo “disfrutar al máximo porque solo hay una vida”.

Esa es una concepción muy de estos tiempos. Las personas desean menos responsabilidades y más libertad. Por eso el mundo está de cabeza. No está preparado para esto. La familia como base de la sociedad está en precario porque los nuevos padres de familia están más interesados en sí mismos que en dar un ejemplo a su progenie. Y tal vez no sean del todo culpables.

La situación económica mundial tan difícil ha obligado a que ambos padres tengan que trabajar dejando sus hijos al cuidado de terceros que no tienen la misma motivación de educar a los niños.

La familia como sostén y forja de personalidades ya no lo es. Entonces los nuevos padres se debaten entre el deber y sus deseos de diversión, y los hijos interpretan que así es la vida y empiezan a encontrar ejemplos en la televisión y redes sociales.

La familia, la última línea de defensa, está rota, vencida.

La tecnología, el Internet, las redes sociales, que se creyó serían armas para unir el planeta resultaron ser lo opuesto. Sucumbieron al imperio de lo sentidos y crearon humanos cada ves superficiales, vanos, distantes, introvertidos, con trastornos de personalidad y conductas disfuncionales.

Por eso los jóvenes de hoy no se casan ni desean hijos. Eso es un lastre en sus fines del disfrute.

Por eso cada día más irreverencia a lo establecido, porque significa orden y disciplina. Quieren ser libres sin restricciones.

Por eso ya nadie desea entregarse al placer de sentirse a lo interior. La conciencia les recrimina. No tienen paz, solo culpa.

Mejor viven de la piel para afuera.