De acuerdo con la versión gubernamental, un grupo de hombres del crimen organizado armados y disfrazados de militares rescataron a Mendoza invadiendo improvistamente los juzgados de El Progreso.
Las incertidumbres de este caso comienzan con una serie de hipótesis y dudas, pues el delincuente muerto es un policía activo y, con este indicador, este caso se vuelve ambiguo, y de nuevo la pregunta del pueblo: ¿qué hacía este policía en ese grupo?
De acuerdo con declaraciones de militares de alto rango que han brindado información a diversos medios de comunicación, este sujeto pudo haber sido rescatado o secuestrado, pues sabe mucho de la corrupción en general y salpica especialmente a los tres poderes del Estado, como si se tratara de enfrentamientos entre grupos rivales del crimen organizado, unos ilegales y otros autorizados. Si fuera un rescate, el presidente de la república, Juan Orlando Hernández, anunció una recompensa de 2,000,000 de lempiras al que brinde información y dijo que este delincuente sería atrapado en horas; pero lleva más de 160 horas prófugo y las 24 o 48 horas claves se van quedando atrás.
Si fuera un secuestro, las interrogantes son más misteriosas, ya que el pueblo pregunta quiénes, por qué y para qué hicieron esta retención, y faltaría ver si a este convicto se le terminó su condena.
¿Rescate o secuestro? Que sean las autoridades competentes las que le den la respuesta correcta a un país llamado Honduras.