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80 años del Mejía

  • 19 abril 2023 /

El pasado 17 de abril se cumplieron 80 años de la fundación del instituto Francisco J. Mejía, de Olanchito, la Ciudad Cívica de Honduras.

Un grupo de padres de familia constituyeron un comité presidido por Francisco Murillo Soto y efectuaron gestiones ante el Gobierno central, y con el apoyo del diputado por Yoro y presidente del Congreso Nacional, Plutarco Muñoz Pineda, obtuvieron el acuerdo gubernamental para la creación de la cuarta institución de educación secundaria que se tiene memoria en la historia de la ciudad de Olanchito. El nombre escogido, Francisco J. Mejía, honraba al compatriota que más se había distinguido en el servicio público y la actividad periodística, al que solo la muerte le impidió llegar a ser presidente de Honduras.

El sostenimiento de la institución educativa creada corrió bajo la responsabilidad de los padres de familia, de los profesores, que entonces eran los líderes de la comunidad, y de las autoridades municipales, que ofrecieron apoyo becando a algunos alumnos. En 1948 egresaron los primeros profesionales medios formados en Olanchito: Francisco Fúnez Herrera, Hilda Fúnez Herrera, Rely Santos, Camilo J. Nasser, Carlos Urcina Ramos, Benigno González, Josefina Bennett, Juventina Quezada, Ángel Montiel. Desde entonces hasta ahora, 74 promociones le han dado al país más de 3,000 profesionales, muchos de los que han tenido singulares aportaciones a la vida nacional.

Hasta la oficialización del instituto Mejía era la institución que más influencia tenía en la vida de Olanchito. Desde entonces, su liderazgo ha menguado singularmente y su silencio es proverbial ante los problemas de la ciudad. Al extremo que la celebración que comentamos tuvo poco calor, ya que otras generaciones, influenciadas por inmigrantes poco comprometidos con Olanchito, han creado eventos que compiten con la celebración de la institución decana de la cultura y cuyo papel es insustituible. Debido posiblemente a que la mayoría de sus directores, con la excepción de Francisco Murillo Soto, director también en su segundo término, y José Antonio Murillo, el único egresado que lo ha dirigido, no son originarios de la ciudad y han llegado a dirigirlo sin comprometerse con la vida local. Por ello, sus directores han tenido poca influencia y ninguno ha logrado destacar a nivel nacional, lo que muestra su escaso peso relativo. Esto, por supuesto, no es resultado solo de las personalidades, sino que fruto dañino del centralismo, la falta de participación de la ciudadanía local y de la modificación de las estructuras económicas citadinas, que ahora tienen poco interés en la dirección de Olanchito, que ha caído totalmente en manos de los políticos, exclusivamente. A tal grado que incluso las universidades, que ahora proliferan por todo el país y que algunas se han establecido en la ciudad, operan como entidades clandestinas, sin vinculación social y, por supuesto, con poco interés con la problemática que enfrenta su población.

Como no se aprovechara el aniversario para reflexionar sobre la institución, uso esta columna para invitar a los egresados de todas las promociones a que nos reunamos para buscar la forma de devolver al Mejía y a la ciudad de Olanchito el carácter de “ciudad cívica” y ahora universitaria para que su influencia interna proyecte una mayor luz a la vida nacional. Hace algunos años, los egresados se convertían en directores de instituciones educativas de otras ciudades, en alcaldes de Tegucigalpa, El Progreso, Siguatepeque y Tocoa, en secretarios de Estado, candidatos presidenciales y uno de ellos se desempeñó como miembro de una Junta Militar de Gobierno. Por manera que hay que recobrar la ruta inicial, reparando el olvidado civismo y reordenando el desarrollo económico por medio de una mejor integración de sus componentes estructurales.

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