The New York Times
Por: Frances Robles/The New York Times
Como nueva ciudadana estadounidense, Ramona Matos, quien fue doctora en Cuba, no dudó al decidir por quién votar el año pasado. Eligió a Donald J. Trump, quien prometió ser duro con el Gobierno comunista cubano. Esperaba que él ayudara a liberar al pueblo cubano y pusiera fin a una herramienta que La Habana ha usado para suavizar su imagen en todo el mundo. Durante décadas, ha enviado a miles de profesionales de la salud a trabajar en docenas de países.
“Esos médicos son esclavos de la dictadura cubana”, dijo Matos, de 63 años, quien, después de participar en misiones médicas cubanas en Bolivia y Brasil, es obrera de fábrica en Florida.
Los gobiernos republicanos han intentado atacar a las misiones médicas cubanas en el pasado, pero Trump está adoptando una línea más dura. En febrero, el Gobierno de Estados Unidos dijo que retiraría las visas de viaje a los funcionarios de países que reciben las brigadas médicas, amenazando una de las principales fuentes de divisas de Cuba.
Es difícil calcular cuánto genera el programa para Cuba —los expertos dicen que el Gobierno cambia con frecuencia las descripciones de los pagos y agrupa diferentes servicios. En general, Cuba gana más de 4 mil millones de dólares al año exportando empleados de salud, trabajadores de la construcción, educadores y otros trabajadores calificados, arroja un estudio de Cuba Archive, una organización de derechos humanos con sede en Miami, que produjo el reporte para el Departamento de Estado de EU.
"Esclavitud moderna"
Las brigadas médicas de Cuba trabajan en docenas de países desde África hasta Sudamérica y el Caribe. Aunque a menudo se retratan como misiones humanitarias, los países pagan a Cuba por el personal, ayudando a financiar el propio sistema de atención médica de Cuba. Las autoridades cubanas dicen que el País actualmente tiene 24 mil personas destacamentadas en 56 países.
Los trabajadores de salud, que estudian gratis en Cuba, generalmente participan voluntariamente porque ganan mucho más de lo que ganarían en casa. Pero los activistas de derechos humanos afirman que sólo reciben entre el 2 y el 15 por ciento de lo que los gobiernos pagan a Cuba por sus servicios. La mitad del salario de los trabajadores se guarda en una cuenta en Cuba en moneda local devaluada, de la cual pueden retirar dinero sólo al regresar a casa.
Los médicos que prestaron servicio en el extranjero afirman que sus pasaportes fueron confiscados; no se les permitió socializar con los lugareños; y algunos tenían un toque de queda a las 18:00 horas.
Una doctora que huyó en el 2019 dijo que el salario mensual que recibía en moneda venezolana durante un periodo de hiperinflación sólo alcanzaba para una barra de pan y una lata de refresco. Trabajaba turnos de 48 horas, a menudo sin electricidad, y estaba hospedada con otros tres médicos cubanos. “La verdad es que es explotación”, dijo la doctora, que pidió ser identificada solo por su nombre de pila, Leydy, para proteger a su familia.
El Gobierno cubano insiste en que el programa no cumple con la definición legal de trata laboral porque los empleados no son engañados y saben a dónde van. Reciben salario, pensión y un estipendio en el país destino, donde se les da alojamiento, transporte y, a menudo, comida, declaró Carlos F. de Cossío, el Viceministro de Relaciones Exteriores de Cuba, vía correo electrónico.
Los líderes de varios países han declarado que renunciarían gustosamente a los viajes a Estados Unidos. Jamaica cuenta con hasta 400 cubanos, en su mayoría enfermeras, que han cubierto las carencias de su cuidado médico, dijo Christopher Tufton, Ministro de Salud y Bienestar de Jamaica. “No tenemos evidencia de que exista trata”, afirmó.
Pero en el 2018, Matos demandó a la Organización Panamericana de la Salud, una agencia de la ONU que participó en administrar el programa en Brasil. Ella lo considera “esclavitud moderna”.
“¿No es eso esclavitud, cuando se restringe a una persona de ir a donde quiera y de hablar con quien quiera?”, preguntó.
Prior Beharry contribuyó con reportes a este artículo.
©The New York Times Company 2025