The New York Times
Por: Alexa Robles-Gil/The New York Times
Como alimento, la papa se puede hornear, hervir, machacar, rallar, asar, gratinar, freír y mucho más. Como cultivo, es uno de los más importantes del mundo, con una producción anual de más de 350 millones de toneladas. Su capacidad para crecer en diversos entornos la ha hecho esencial para la seguridad alimentaria mundial.
A pesar de ello, los orígenes de la planta han permanecido desconocidos. Parece que todo mundo come papas, pero nadie puede decir de dónde provienen.
Ahora los científicos pueden hacerlo, y la respuesta es: tomates. De acuerdo con un estudio publicado recientemente, las papas podrían haber surgido hace 9 millones de años vía la combinación de material genético de Etuberosum, un grupo de plantas similares a la papa de Sudamérica, y plantas de tomate silvestres. El estudio afirma que esta hibridación dio origen a la característica distintiva de la planta de la papa: el tubérculo, una estructura subterránea que almacena nutrientes y que, como terminaron descubriendo los humanos, es comestible.
“La papa es hijo del tomate y de Etuberosum”, dijo Zhiyang Zhang, investigador de la Academia China de Ciencias Agrícolas y autor principal del estudio, publicado en la revista Cell. Aunque las plantas de papa modernas se asemejan a Etuberosum, éstas no producen tubérculos. Y genéticamente, las papas parecen estar más emparentadas con los tomates.
Para resolver el enigma, un equipo internacional de científicos analizó 128 genomas de tres linajes hermanos (tomates, Etuberosum y plantas de papas y sus parientes silvestres), además de tres especies de berenjena como grupo externo. Los investigadores hallaron que la papa moderna tenía una ascendencia mixta, que surgió de un híbrido de tomate y linajes de Etuberosum hace entre 8 y 9 millones de años, y que dio origen a los tubérculos. Esta hibridación pudo haber permitido que posteriores especies de papa —hay más de 100 en la actualidad— se diversificaran y expandieran su área de distribución por los altos Andes, donde prevalecían climas más fríos.
El estudio indica que los genes responsables de la formación de los tubérculos fueron una combinación del material genético de cada progenitor evolutivo. El gen que le indica a la planta cuándo empezar a producir tubérculos, llamado SP6A, se originó en el tomate, mientras que el gen que controla el crecimiento de los tallos subterráneos que se convierten en tubérculos, conocido como IT1, provino de Etuberosum.
Pingxian Zhang, otro autor principal de la Academia China de Ciencias Agrícolas, expresó entusiasmo ante las posibilidades para estudios futuros. Sólo se cultiva un puñado de especies de papa, y su mejora ha planteado retos: como cultivo, generalmente son propagadas mediante la clonación, lo que limita su variedad genética y las hace más vulnerables a las enfermedades. Aplicar ingeniería genética a las papas con material genético de tomates podría ser una vía prometedora, afirmó Zhang.
Richard Veilleux, horticultor en la Universidad Tecnológica de Virginia, describió el estudio como “un uso creativo de la genómica”.
“Por supuesto, una de las dificultades con los estudios evolutivos es que las especies que existían hace 8 millones de años ya no existen”, dijo. “Ahora sabemos de dónde provienen las papas”.
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