Por Pete Wells/The New York Times International
En el curso de más de 400 años, Japón forjó una tradición de beber matcha con base en cuatro principios: wa, kei, sei y jaku, es decir, armonía, respeto, pureza y tranquilidad.
Bastaron unos cuantos años para que una fiebre mundial por el matcha trastocara esos valores y los sustituyera por desarmonía, falta de respeto, impureza y fraude.
Empresas japonesas de gran prestigio libran una guerra con numerosos vendedores que venden su matcha a precios muy superiores al precio de venta al público en plataformas como Facebook Marketplace. Otros venden paquetes falsificados con producto de tercera calidad o con té común molido hasta convertirlo en un polvo amarillo opaco.
Las empresas de té que han construido su reputación a lo largo de los siglos están desesperadas. Marukyu Koyamaen, fundada por Kyujiro Koyama en 1704, lleva ocho años tomando acciones contra los falsificadores, enfrentándolos en los tribunales y dificultando la copia de sus envases.
Algunos de los productos falsificados contienen “té verde en polvo de baja calidad”, dijo Motoya Koyama , presidente de la compañía y descendiente directo del fundador, en una entrevista vía correo electrónico.
“Es como el Viejo Oeste, porque hay muchas incógnitas y muchos competidores nuevos en el mercado”, dijo Sebastian Beckwith , un importador cuya empresa, In Pursuit of Tea, tiene más de 20 años ofreciendo matcha.
Preservando siglos de técnica
El matcha, en su forma más tradicional, es un té que se protege del sol durante semanas antes de ser recolectado, cocido al vapor y molido entre piedras de granito. El número de personas en Japón que lo consumido a diario nunca ha sido elevado. Alrededor del 80 por ciento del té cultivado en Japón es sencha, una variedad de té verde de hoja entera. La participación del mercado del matcha es de aproximadamente el 6 por ciento.
Sin embargo, en los últimos cinco años se ha vuelto más popular en el extranjero que en Japón, alcanzando un éxito meteórico en TikTok y desplazando al café en los menús de los cafés. Hoy Japón exporta más de la mitad del matcha que produce.
De acuerdo con la firma de investigación de mercado NIQ, las ventas minoristas de matcha en Estados Unidos crecieron 86 por ciento en los últimos tres años.
Los mayoristas reciben pedidos de cafés en Varsovia y Kazajistán. A los minoristas se les agotan los nuevos envíos en minutos. Con una demanda que supera con creces la oferta limitada, prácticas poco éticas han hecho su aparición.
Aunque el matcha se asocia históricamente con Japón, el té en polvo que se vende con ese nombre ahora se produce en Australia, Kenia y otros países. Starbucks compra su matcha en China, Corea del Sur y Japón. Existe matcha café, matcha negro y matcha blanco, además del matcha tradicional verde intenso.
No todo matcha es igual
Los agricultores no pueden satisfacer a los nuevos consumidores simplemente triplicando la producción, ya que el matcha más codiciado se obtiene de la primera cosecha de primavera, cuando las hojas están más dulces.
Nunca hay tanta cantidad de este té de primera cosecha como de matcha de la segunda y tercera, que suele ser más amargo y astringente. Normalmente, se le etiqueta como de “grado culinario” y es ideal para bebidas dulces con leche.
Adulterar productos de alta calidad con edulcorantes como la miel es más que un desperdicio de buen matcha, afirmó Koyama. También contribuye al desabasto que dificulta la realización de ceremonias del té, o chado, un pilar de la cultura tradicional japonesa.
Chado significa “el camino del té”, y comprender los rituales de su preparación es un aprendizaje de toda la vida, explicó Ann Abe , de Urasenke Los Ángeles, una organización cultural sin fines de lucro dedicada a la ceremonia del té.
Abe, estadounidense de tercera generación de ascendencia japonesa, estudió chado y tiene sentimientos encontrados sobre la popularidad actual del matcha fuera de Japón. “Es agradable ver interés”, dijo. “Sin embargo, no creo que la mayoría de la gente entienda o esté consciente de lo que hay detrás de una taza de té”.
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