The New York Times
Por: Somini Sengupta/The New York Times
SÃO PAULO, Brasil — A dos horas en auto de los embotellamientos de São Paulo está a punto de abrir una de las primeras fábricas chinas de autos eléctricos en el continente americano. Su objetivo es reinventar la forma de conducir en Brasil y, en última instancia, en el resto de Latinoamérica, como lo han hecho las marcas chinas en gran parte de Asia y quieren hacerlo en Europa.
Hasta hace poco, esta fábrica era operada por Mercedes-Benz, el gigante alemán de la innovación automotriz del siglo 20 que producía en masa autos a gasolina. Hoy, es propiedad de Great Wall Motor, una empresa que hace décadas fabricaba camionetas robustas para el campo chino, pero hoy es uno de los principales exportadores chinos de autos eléctricos elegantes y costeables.
Hoy China no sólo fabrica y exporta más autos de todo tipo que cualquier otro país, sino que sus empresas dominan la manufactura de los vehículos eléctricos del futuro. También controlan el suministro de prácticamente todo lo que se usa en esos autos.
Los vehículos eléctricos chinos figuran entre los más avanzados del mundo. Algunos alcanzan con una sola carga la autonomía de los Teslas de gama alta, a precios más bajos. La armadora china BYD ha desarrollado una tecnología que puede proporcionar una carga completa en sólo cinco minutos, aproximadamente el tiempo que se tarda un auto en cargar gasolina en una gasolinera.
No es de extrañar entonces que las ventas de Tesla en China estén rezagadas y que Estados Unidos, bajo la Presidencia de Joseph R. Biden Jr. y Donald J. Trump, prácticamente haya prohibido las importaciones de autos chinos.
Competencia global
Para China, eso deja el resto del mundo. Sus fabricantes de vehículos eléctricos e híbridos han establecido, o están en proceso de establecer, fábricas en Hungría, Indonesia, Rusia, Tailandia y Turquía. Estos esfuerzos, incluyendo la fábrica brasileña de Great Wall, forman parte de una campaña de China para hacerse de una participación importante de la industria automotriz mundial, una poderosa fuente de ingresos, empleos y también prestigio nacional.
Toyota, General Motors, Volkswagen y sus similares occidentales han tenido dificultades para dominar los vehículos eléctricos. Beijing ha prodigado apoyo a armadoras cuyos nombres —Great Wall Motor, BYD, SAIC— quizá no sean familiares para los estadounidenses, pero cuyos vehículos están inundando gran parte del mundo. Se han convertido en símbolos del ascenso económico y tecnológico de China.
“Estamos en una competencia global con China”, declaró Jim Farley, director ejecutivo de Ford, en una conferencia en junio. “No se trata solo de los vehículos eléctricos. Y si perdemos esto, no tenemos futuro en Ford”.
En Europa, los fabricantes automotrices chinos duplicaron este año su participación de mercado al 6 por ciento, y ahora controlan alrededor del 20 por ciento del mercado de VEs. Esto a pesar de los elevados aranceles que Beijing ha estado negociando para intentar reducir.
Ahora, China se está abriendo camino en las grandes economías compradoras de autos de América Latina.
Great Wall Motor adquirió la planta de Mercedes en la ciudad industrial de Iracemápolis, cerca de São Paulo, después de que el fabricante alemán la cerró en el 2021, culpando a una caída en las ventas de autos de lujo. BYD se hizo de una fábrica Ford en Camaçari después de que años de bajas ventas y fuertes pérdidas obligaron al gigante automotriz estadounidense a poner fin a su larga trayectoria de manufactura en Brasil.
Brasil, el sexto mercado automotriz más grande del mundo, está incentivando a las empresas a fabricar autos en suelo brasileño, mientras menos contaminantes, mejor, al tiempo que impone aranceles cada vez mayores a las importaciones. Ha habido choques sindicales por las prácticas laborales chinas. Pero el mensaje general del Gobierno: si quieren accesar a nuestros compradores de automóviles, vengan y creen empleos de fábrica de aquí.
“No queremos ser sólo importadores de tecnologías producidas en otros países”, dijo Rafael Dubeux, asesor especial del Ministerio de Hacienda.
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