En Austria, la salud pública se vive como en un spa

El seguro social de Austria cubre las estadas de los pacientes en lujosos centros para enfermedades cardíacas, cáncer, diabetes y la obesidad.

  • 18 de septiembre de 2025 a las 14:12 -
The New York Times

Por: Saskia Solomon/The New York Times

En un gimnasio bien iluminado del este de Austria, dos enfermeras observaban a cinco hombres pedalear en bicicletas estacionarias. Una de ellas les tomaba la presión arterial, mientras que la otra, sentada tras varias pantallas, monitoreaba su frecuencia cardíaca.

Era una escena típica en el centro de rehabilitación cardiovascular de Bad Tatzmannsdorf, a una o dos horas de Viena, en Burgenland, una provincia montañosa conocida por su vino.

Todos los pacientes estaban allí por problemas cardíacos de diversa gravedad, y el objetivo de sus estancias era convalecer, adoptar mejores hábitos y convertirse en versiones más saludables y relajadas de sí mismos.

Las visitas duran varias semanas y el costo promedio ronda en los 5 mil euros (unos 6 mil dólares). Pero muchos de esos pacientes pagan sólo una pequeña fracción.

Hace ocho años, uno de esos pacientes fue mi padre. Tras sufrir un infarto, pasó tres semanas aquí por recomendación médica. Su agenda estaba llena de sesiones en el sauna y caminatas por las tardes. Incluso aprendió a preparar tiramisú bajo en grasa.

Este sitio es uno de los muchos centros de este tipo en Austria, y el Gobierno cubre en gran medida las estancias a través de su programa de seguro social. Además de los centros para enfermedades cardíacas, hay centros dedicados al cáncer, la diabetes y la obesidad, así como a la salud pulmonar, las enfermedades neurológicas y los problemas de articulaciones.

Las personas que cotizan a el seguro social pueden alojarse en uno de estos centros si un médico lo considera necesario. En Bad Tatzmannsdorf, los pacientes asegurados sólo deben pagar una pequeña tarifa diaria de entre 10 y 25 euros.

No son vacaciones

El Gobierno cree que el programa puede ayudar a mantener a las personas en la fuerza laboral. Además, sigue la tradición europea de los sanatorios, o centros de salud especializados en cuidados a largo plazo y recuperación, con toques de spa y cultura del bienestar añadidos.

En Bad Tatzmannsdorf este verano, el ambiente era tranquilo: largos pasillos, habitaciones idénticas, días ordenados. Los pacientes se dirigían a aerobics acuáticos o arteterapia. Probaban calistenia, levantaban pesas, salían en bicicleta y se sumergían en la alberca. También podían relajarse en un sillón ergonómico y contemplar una foto de una playa —todo ello considerado parte de la cura.

Aunque la asistencia es opcional, no todos llegan encantados.

“A veces sus familias, preocupadas por ellos, los obligan a venir”, comentó Martha Grimm, una de las enfermeras observando a los pacientes ciclistas.

“Cuando vienen aquí, suelen estar muy bajos de energía y muy decaídos, y puedes ver con cada paso que dan cómo mejoran y se vuelven más felices”.

Bad Tatzmannsdorf se encuentra entre densos bosques, con senderos de pendientes suaves para caminatas ligeras, pero vigorizantes. Las instalaciones suelen estar construidas en entornos rurales tranquilos, propicios para la recuperación. El centro de rehabilitación pulmonar y cardiovascular Hochegg está en Grimmenstein, en el distrito montañoso de Neunkirchen.

A pesar del pintoresco entorno, una estancia en el centro de Bad Tatzmannsdorf no es unas vacaciones y requiere el cumplimiento de normas estrictas.

“Nos dijeron: ‘Esto es una rehabilitación, no un spa’”, dijo Walter Fischer, de 68 años, un ex paciente.

Más de 3 mil pacientes acudieron al centro el año pasado. Al llegar, se les realiza una evaluación médica. La agenda de sus días entonces va de las 7:00 a las 17:00 horas, y el faltar a una clase o desatender el apagar las luces a las 22:00 horas puede llevar a su salida.

El personal monitorea a los pacientes las 24 horas. Gracias a sensores de movimiento y pulseras electrónicas, saben dónde están y si se mueven y respiran. Para mi padre, la experiencia fue como “una mezcla entre estar en un internado y ser un caballo de carreras campeón”, dijo.

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En el caso de algunos pacientes, puede ser difícil adaptarse al ritmo lento, dijo Jeanette Strametz-Juranek, directora y cardióloga principal de Bad Tatzmannsdorf. “En nuestra sociedad, se recompensa a las personas por trabajar bajo una enorme presión”.

Los estudios sugieren que el estrés puede afectar negativamente al corazón. Por ello, Strametz-Juranek cree que es fundamental que los pacientes de cardiología se alejen de la vida cotidiana y “tengan, posiblemente por primera vez en sus vidas, tiempo para sí mismos”.

Mi padre recuerda con cariño su tiempo en Bad Tatzmannsdorf. Había un ambiente de camaradería, dijo.

Al regresar al trabajo, sus compañeros comentaron cómo había mejorado su semblante, dijo. También dijeron que quisieran haber ido también.

©The New York Times Company 2025

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