Por: Shawn Hubler, Edgar Sandoval y Audra D. S. Burch/The New York Times
Tras el asesinato a tiros de Charlie Kirk, el activista de derecha, el 10 de septiembre, Edward Padron, un cerrajero de 67 años de Brownsville, Texas, tuvo dos pensamientos.
Un conservador de años, Padron dijo que primero asumió que acababa de ocurrir “un crimen de odio contra un republicano”. Pero luego pensó en otros actos de violencia recientes en todo el espectro político, incluyendo los atentados el año pasado contra el Presidente Donald J. Trump y los tiroteos fatales en junio de una legisladora demócrata en Minnesota y su esposo. Le parecía como si una enfermedad terrible se estuviera apoderando de Estados Unidos, sin cura a la vista.
“Esto le podría pasar a cualquiera en este País”, dijo Padron desde su casa cerca de la frontera con México. “Creo que la gente en general tiene miedo”.
Esa ansiedad apareció en varias entrevistas recientes con estadounidenses. Independientemente de sus creencias, la gente dijo que estaba profundamente perturbada después del asesinato de Kirk, quien había construido un movimiento nacional que promovía la política de derecha en campus universitarios como el de Utah donde terminó su vida.
Algunos de los entrevistados tenían fuertes sentimientos hacia Kirk y sus ideas políticas, tanto a favor como en contra. Pero prácticamente todos coincidieron en que su muerte violenta parecía confirmar un profundo temor de que algo anda muy mal en EU.
No se trataba sólo de la violencia armada. En cierto sentido, eso se ha convertido en una tragedia cotidiana que ya no sorprende. Varias personas señalaron que hubo un tiroteo en una escuela de Colorado el día en que Kirk fue asesinado.
En cambio, la muerte de Kirk a los 31 años simbolizó para muchos el colapso de lo que consideraban un valor estadounidense básico e indiscutible: que quienes expresan una opinión política no deben pagar por ello con sus vidas.
“Había alguien en la televisión que no dejaba de repetir que esto no es lo que somos —que no somos uno de esos países que disparan a la gente por motivos políticos”, dijo Charles Phoenix, de 62 años, un artista de izquierda residente en el área de Los Ángeles. “Pero es lo que somos. Sí disparamos a líderes políticos. Somos ese país”.
Temor
En entrevistas, la gente intentaba comprender cómo la situación se había vuelto tan fea. Hablaban de amistades que se perdían en discusiones, del flujo infinito de desinformación, los insultos, los llamados a la violencia, la incapacidad de ver más allá de la manipulación partidista y debatir con calma.
Erwin McKone, un vendedor de 55 años cerca de Flint, Michigan, dijo que votó a regañadientes por Trump en noviembre pasado. Conteniendo las lágrimas, dijo que el asesinato de Kirk parecía surgir de una animadversión cada vez más desconectada de los hechos, la rendición de cuentas y la razón, al grado en que apenas tenía la voluntad para leer noticias últimamente.
“Parece como si viviéramos en una locura total, cada momento de cada día”, dijo.
Varias personas de la derecha reportaron sentir una oleada de miedo y vulnerabilidad. Bryce Youngquist, de 43 años, vendedor de software en Salt Lake City, Utah, dijo que su tristeza por la familia de Kirk estaba mezclada con una “sensación aterradora” de que el tiroteo, de alguna manera, lo amenazaba como conservador.
“Esto se siente como un punto de inflexión”, dijo. “¿Cómo vamos a seguir adelante ahora?”.
Los liberales también sintieron la amenaza.
Thien Doan, de 36 años, ingeniero de software en Orange, California, discrepaba con Kirk en casi todos los temas y consideró que muchas de sus declaraciones políticas equivalían a un discurso de odio. Pero le alarmó el asesinato de Kirk.
Ahora teme una reacción violenta de la derecha. “Todo es bastante preocupante ahorita”, dijo Doan.
En la Universidad de Wyoming, Charles Vaughters, de 25 años, quien perteneció a los Marines de Estados Unidos antes de matricularse en la universidad, dijo que aunque discrepaba con Kirk en algunos temas, apreciaba el discurso. Sin embargo, preguntó, cuando la izquierda compara al Gobierno de Trump con fascistas y nazis, ¿cómo podría sorprender la violencia política?
También advirtió que el asesinato había convertido a Kirk en un mártir moderno para la extrema derecha, especialmente para muchos universitarios que lo idolatraban. Cuando Kirk se presentó en la Universidad de Wyoming la primavera pasada, asistió un lleno total de más de mil 800 personas.
“Muchos jóvenes están extremadamente enojados por esto”, dijo Vaughters.
En Lacombe, Luisiana, Clifford Eugene, de 74 años, afirmó que Estados Unidos se había vuelto más divisivo desde la elección del Presidente Barack Obama. “Ahora hay líderes que demonizan al otro bando y lo declaran enemigo del pueblo”, dijo Eugene.
“La violencia política, en mi opinión, es como agua en un embalse: una presa la mantiene en su lugar”, dijo Eugene, demócrata y examinador bancario jubilado del Departamento del Tesoro de EU. “Este momento se siente como un rompe presa. Las compuertas están abiertas y la violencia política ya es parte de nuestra sociedad”.
Johnny Kauffman, Ernesto Londoño, Juliet Macur, Laurel Rosenhall, Kurt Streeter y Sabrina Tavernise contribuyeron con reportes.
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