La campaña para la elección presidencial de octubre y la pasión del fútbol se dieron una tregua en Argentina, ante los funerales del escritor Ernesto Sábado, último gigante argentino del siglo XX, fallecido a los 99 años en Santos Lugares.
Familiares, personalidades y miles de vecinos asistieron al velatorio del escritor en el Club Defensores de Santos Lugares y participaron de una caravana de automóviles hasta un cementerio de la periferia de Pilar donde fue enterrado.
“Se fue el más grande”, dijo el candidato socialdemocráta a Presidente, Ricardo Alfonsín, hijo del ex mandatario Raúl Alfonsín, quien en 1984 nombró a Sábato presidente de la Comisión Nacional por la Desaparición de Personas, que investigó las masivas detenciones, torturas y desapariciones que tuvieron lugar en la última dictadura.
El alcalde de derecha de Buenos Aires, Mauricio Macri, también coincidió con camaradas y adversarios en torno a la figura del escritor: “Los argentinos perdieron un escritor genial y un constante luchador por la defensa de los derechos humanos”.
La decisión de velar sus restos en esta institución social y deportiva fue adoptada por Mario Sábato, hijo del escritor, quien admitió que simplemente cumplió un deseo de su padre.
Debido a su ceguera, Sábato vivía prácticamente recluido en su casa y se había visto obligado en los últimos años a abandonar sus dos principales pasiones, la lectura y la escritura.
El escritor sufrió en el último tiempo una bronquitis que le complicó su ya debilitado estado de salud.