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Hace 25 años Nelson Mandela enterró el 'apartheid”

  • 27 abril 2019 /

Ese sistema racista se derrumbó por completo en los comicios del 27 de abril de 1994 con el triunfo del primer presidente negro de Sudáfrica.

Redacción.

En abril de 1994, los sudafricanos fueron a las urnas para sepultar el “apartheid” y convertirse, bajo el mando de Nelson Mandela, en la “nación arco iris” por su diversidad. Fueron días de optimismo en los que la mayoría negra, por fin, logró el poder político.

Largas colas en los colegios y un ambiente de hermandad casi festivo caracterizaron aquel estreno de la democracia multirracial en Sudáfrica, pese a los años de difícil transición precedentes, en los que se registraron miles de muertos por la violencia política.

Esto es, para todos los sudafricanos, una ocasión inolvidable. Es la realización de las esperanzas y sueños que hemos abrigado durante décadas. Los sueños de una Sudáfrica que representa a todos los sudafricanos, el comienzo de una nueva era”, afirmó Mandela el 27 de abril de aquel año, tras votar por primera vez en su vida.

Vestido con una camisa beige abrochada hasta el cuello y con su icónica sonrisa, el héroe de la lucha contra el “apartheid”, que había salido de prisión en 1990 tras 27 años entre rejas, depositó su papeleta de voto en Oshlange, cerca de la ciudad de Durban, en medio de una enorme expectación dentro y fuera del país.

Los comicios comenzaron el día 26 y se prorrogaron hasta el 29 de abril, con los ojos del mundo puestos en una Sudáfrica que se había convertido en una suerte de paria internacional por la pervivencia de la segregación racial hasta las mismísimas puertas de los años 90, cuando el gobierno de Frederik Willem de Klerk (1989-1994) anunció el comienzo del desmantelamiento del sistema racista.

Mandela en una actividad proselitista el 11 de febrero de 1990 en la ciudad de Paarl. Derecha, dibujo de Mandela realizado mientras estuvo en la cárcel. Abajo, ejerce el sufragio en Durban, 1994.
Uno de sus primeros gestos había sido abrir las puertas de la cárcel a Mandela, el hombre que después le derrotaría en las primeras elecciones libres del país, por casi cuarenta puntos de diferencia.

Ambos habían sido polos opuestos durante los cuatro años de duras negociaciones de la transición (esfuerzo que les valió conjuntamente el Nobel de la Paz en 1993), pero De Klerk acabaría como uno de los dos vicepresidentes de Mandela en el primer gobierno democrático, que apostó por la unidad y reconciliación de todos los sudafricanos.

-Votra para enterrar la crueldad-

“Fue algo muy bueno, era la primera vez que teníamos la oportunidad de formar parte de un proceso que nunca estuvo abierto a nuestra gente”, rememora Alvin Botes, uno de los jóvenes que colaboraba para llevar a la gente a las urnas aquellos comicios de 1994 y, actualmente, parlamentario por el mismo partido al que votó entonces: el Congreso Nacional Africano (CNA) de Mandela.

En mi familia, mi abuelo fue agricultor y él y los suyos fueron expulsados de su granja por un blanco racista afrikáner. Así que mi voto era un voto de redención para mi familia, de devolverles la dignidad”, continuó Botes.

El “apartheid” comenzó en 1948 como un conjunto de políticas opresivas destinadas a mantener el “statu quo” de la minoría blanca que controlaba el país, herencia de la colonización holandesa y británica.

El color de la piel limitaba no sólo las opciones de ascenso social, sino también dónde podía vivir un sudafricano, qué podía estudiar o con quién se podía casar. Todo esa discriminación terminó aquel abril de 1994 con el ejercicio democrático de ir a las urnas.

Había orgullo y había alivio porque era la culminación de una larga lucha. Para mí, era un momento histórico porque como estudiante y activista había luchado por la democracia pero nunca imaginé que eso ocurriría durante mi vida”, reveló, por su parte, Dali Mpofu, quien en aquella época ejercía de voluntario del CNA.

Hoy, Mpofu forma parte de la cúpula del segundo partido que más votos le resta al CNA, los Luchadores por la Libertad Económica (EFF, de extrema izquierda y fundado en 2013), pero en aquel entonces también dio su voto para que Mandela se alzara con el triunfo.

CLAVES DEL APARTHEID
“Apartheid” significa literalmente “separación” en el idioma afrikáans y, aunque oficialmente empezó solo en 1948, sus leyes buscaban institucionalizar los privilegios que la población blanca había heredado de la colonización británica y holandesa.
- Tener clasificada a la población según su raza era la base del sistema segregacionista. Por ley, a partir de 1950, se establecieron categorías raciales en orden descendente en cuanto a derechos: blancos, mestizos (donde entraban, por ejemplo, los numerosos indios sudafricanos) y nativos (negros).

- No solo la palidez de la piel podía influir en la clasificación, sino que también se hacían pruebas con otros factores, como el espesor y lo rizado del cabello. Así se hizo tristemente famoso el “test del lápiz”, una prueba que medía la facilidad con la que un lápiz pasaba a través del pelo de la persona a clasificar.

-El “apartheid” creía que no se debía dar a los negros la oportunidad de tener una educación para un tipo de vida del que, al fin y al cabo, después no iban a gozar por ser inferiores.

-La Ley de Educación Bantú (1953), que daba a los negros una formación de segunda clase e imponía la enseñanza del afrikáans, fue la pieza clave para segregar por razas la educación y asegurar que la población negra no tuviese oportunidades de prosperar desde la infancia.
-Incertidumbre entre la minoría blanca- Votar democráticamente no era un triunfo solo para la población negra, mestiza o para muchas comunidades de descendientes de inmigrantes que también tenían limitados sus derechos básicos, como los indios. También entre la población blanca, aunque hubiera incertidumbre en muchos sectores e incluso oposición frontal en otros, había alegría por el salto a la democracia.

A Natasha Mazzone, blanca, descendiente de italianos y británicos y parlamentaria de la Alianza Democrática (AD, principal partido de la oposición en Sudáfrica a día de hoy), le faltaban unos tres años para tener edad de votar en 1994, pero recuerda claramente el sentimiento de “camaradería”, las largas filas y la gente haciendo barbacoas en las calles a la espera de votar.

“Fue un gran momento para ser sudafricana y todo el mundo estaba muy emocionado por el cambio que iba a ocurrir... Pero sí que había gente un poco nerviosa preguntándose si el país iba a estar bien o diciendo que aquello era un momento decisivo para ver si todo acababa o no en guerra civil”, señaló Mazzone.

Mazzone también recuerda las lágrimas de alivio de su padre cuando Nelson Mandela finalmente juró el cargo, aunque él mismo no le había votado.

-“¡Por fin somos libres!”- “Es el pueblo quien ha ganado estas elecciones”, respondía cauteloso Mandela a los periodistas que insistentemente le preguntaban si se veía vencedor, la jornada que cerraron las urnas.

Solo unos días después, el recuento confirmaba una victoria tan histórica como aplastante. Obtuvo nada menos que el 62,65 % de los sufragios. “¡Por fin somos libres!”, clamó Mandela el 2 de mayo de 1994 durante su famoso discurso de la victoria en el hotel Carlton de Johannesburgo, dando voz a los sueños de millones de sudafricanos que, a partir de entonces, cambiaban el terror del “apartheid” por la esperanza de la democracia “arco iris”.