El presidente boliviano Evo Morales ha perdido el apoyo popular, que cayó de 70 a 32% por el “gasolinazo”, el alza de precios de los combustibles hasta del 82%, y ve minada su autoridad por la prisa conque retiró esa medida ante las protestas ciudadanas, el llamado “reculazo”.
Un sondeo de Ipsos, Opinión y Mercado divulgada esta semana reveló esa merma de apoyo al punto más bajo en 60 meses de Gobierno y agrega que reprueban a Morales el 63 % de sus compatriotas. Una huelga de chóferes semiparalizó ayer Bolivia, siete días después de que la Central Obrera Boliviana, la mayor confederación sindical del país, antes cercana al gobernante, encabezara un paro nacional para exigir aumentos de salarios que compensen la inflación desmadrada por el “gasolinazo”.
Malestar
Ni los opositores más optimistas soñaban con ver en La Paz o El Alto -antes bastiones electorales de Morales- a gente pobre con carteles que rezaban: “Evo, traidor del pueblo”, o “Evo, neoliberal”.
El “gasolinazo”, aunque Morales se retractó cuando sus propias bases lo rechazaron, causó una oleada inflacionaria y de especulación, con aumentos de precios y escasez de algunos alimentos básicos, que originaron en enero y febrero constantes protestas y disturbios, a veces violentos, que aún no cesan.
No ayudaron tampoco al mandatario nacionalista e indigenista los frecuentes casos de corrupción en el Gobierno y su partido, el Movimiento al Socialismo (MAS), uno de cuyos dirigentes nacionales ha sido apresado esta semana por extorsionar a coroneles de la Policía que aspiraban a ser generales. EFE