La presión internacional se acentuó ayer sobre Siria, acusada de reprimir el movimiento de protesta contra el régimen con ayuda de Irán, coincidiendo con la formación de un nuevo Gobierno en Damasco y el anuncio de la liberación de prisioneros.
Estados Unidos acusó a Irán de ayudar a Damasco, aliado suyo, a reprimir las manifestaciones contra el régimen del presidente Bashar al Asad.
“Pensamos que hay informaciones creíbles sobre el hecho de que Irán ayuda a Siria a reprimir a los manifestantes”, declaró Mark Toner, portavoz del Departamento de Estado.
“Si Siria acude a Irán para pedir ayuda no puede hablar seriamente de reformas”, añadió.
Postura
“Las declaraciones del portavoz del Departamento de Estado no tienen fundamento”, respondió un responsable de la Cancillería siria. “Si el Departamento de Estado tiene pruebas, que las dé”, remachó.
Los embajadores de España, Francia, Alemania, Italia y Gran Bretaña en Siria manifestaron este jueves su inquietud al ministro sirio de Relaciones Exteriores, Walid Muallem, por la escalada de violencia en el país.
Los diplomáticos “condenaron el uso de la fuerza por parte de los servicios de seguridad contra manifestantes pacifistas” y “llamaron de nuevo al Gobierno sirio a responder a las demandas legítimas de la población siria, y a emprender reformas políticas creíbles”.
La Comisión Europea descartó firmar por ahora un acuerdo de asociación con Siria que incluye ayudas, ya que la situación en el país árabe “suscita una gran preocupación”.