Aunque muchos han oído su nombre, saben de su profesión y sus trabajos, muy pocos lo conocen personalmente. Allan Mcdonald es un reconocido caricaturista que a través de la crítica, la metáfora, la cultura y la denuncia ha hecho de este importante género de opinión algo diferente.
Allan proviene de una familia acomodada, es hijo de Víctor Mcdonald y Leticia Castillo, quienes al divorciarse perdieron todos sus bienes y negocios, orillando a Allan a que creciera en la calle, sin ser eso impedimento para que desde sus nueve años se dedicara a dibujar en cada medio de comunicación que le abriera las puertas.
Ahora ya no estoy seguro que sea el mejor de Honduras, puede ser de Centroamérica. Porque los hondureños hasta 1980 miraban la caricatura como un chiste, hasta que apareció mi trabajo vieron la caricatura como un punto de reflexión, como un punto de denuncia.
A los nueve años comencé a publicar en Diario LA PRENSA, pero a trabajar directamente fue a los 14 años, ya hacía caricatura política a esta edad. Fue el momento en el que empecé a trabajar de planta en un periódico a los 14 años.
Mi padre, él era un hombre que leía mucho y escuchaba noticias. Allí fue mi educación política con mi padre, pero no era un hombre que nos enseñaba, sino que estaban los libros allí, estaban los lápices, entonces uno los agarraba.
Para mí no hay otra cosa que tenga sentido en la vida ni siquiera otro placer, para mí lo más importante en la vida es el dibujo, es la cuarta dimensión de la vida, no hay otra cosa más linda que dibujar.
O fuera poeta o fuera delincuente, una de dos. Porque los poetas y los delincuentes son hechos por la fantasía de algo, los delincuentes fantasean con ser algo o tener cosas que usted tiene y los poetas también, sueñan con las cosas que quieren que usted tenga. Sería una de las dos cosas y dichosamente no fui ninguna.
Hubo una vez cuando Ramón Maradiaga era director técnico de la Selección Nacional, era obviamente el hombre que todo el mundo dibujaba. Yo lo dibuje y llegó un familiar de él a mi estudio a decirme que no dibujara a su papá como monstruo; desde ese momento empecé a dibujar diferente.
Publicadas, hago dos diarias, pero como trabajo como consultor en muchos medios de comunicación en otros países, estoy dibujando entre cuatro o cinco caricaturas diarias.
No. Honduras no es una caricatura, la caricatura es todavía más humana que un país donde lo matan por cuestiones políticas, donde aún es prohibido pensar, donde las ideas se convierten en ambiciones; la caricatura sigue siendo más bella que este país.
Debería ser una imagen de un niño perdido en la calle adonde a un lado hay edificios lujosos y al otro lado hay casas en barrancos, y el niño se vería caminando desnudo bajo una tormenta.
Ese es el país, viviendo en extremos entre la opulencia y la miseria, y encima nos cae la lluvia.
En México, porque es un país muy rico culturalmente porque es el país que conozco de ida y es el país con más riqueza cultural.
Usted vive del arte aquí como en Europa, si usted es un mal caricaturista nadie le va a comprar una caricatura, si es un buen zapatero vende, si usted se hace un buen café, su café será vendido, eso depende con qué lo hace.
Se llama don Víctor, es un filósofo porque mi papá era un hombre que hablaba de filosofía, hablaba en metáforas. Es la recopilación de esas palabras y las dibujo, es un filósofo que camina por la vida cuestionando todo lo que le pasa y tiene sus anécdotas. Era mi padre.
No. Hace mucho me gustaba una muchacha, yo no tengo esa habilidad. Entonces salimos y ella me dijo: tengo que confesarle algo, que tengo un admirador que me conquistó con sus caricaturas. Alguien las recortaba y se las mandaba a la muchacha con la que yo quería salir, pero la conquistó mas él, supe que era más importante la envoltura que el producto porque cada caricatura llevaba envuelto un chocolatito.
La publiqué cuando Carlos Roberto Reina era presidente y yo estaba en un hospital porque mi hermana estaba enferma, tenía que mandar la caricatura a El Heraldo y agarré una hoja de papel en blanco, le hablo a Enríque y le digo, “poné el título”, y se llamaba “plan de Gobierno”, así la publicó. Esa fue la mejor caricatura para mucha gente, pero desgraciadamente para mí es la peor porque murió mi hermana.
Sería taxista porque no hay cosa más bella que escuchar a la gente, un taxista escucha a todo el mundo cuando se sienta en la parte de atrás.
Yo no manejo ninguna ideología, cuando era niño el héroe era mi padre, en mi adolescencia era el Ché Guevara, ahora que estoy viejo me doy cuenta que yo soy mi propio héroe.
En Estados Unidos me pagan con cheque porque trabajo para un periódico, entonces ellos solo ponen Mcdonald, Honduras, entonces me mandan los cheques a los restaurantes. Antes de que yo naciera ya estaba la franquicia, hoy en día ya tengo el nombre de una transnacional prácticamente, con la diferencia que no me corre salsa por las venas.
Sí. Mel en sus primeros dos años fue un Presidente muy ligado a los grupos de poder y de repente se le cambió el chip y decidió ahhhh… los pobres también tienen derechos.
No. Es un golpe de Estado, es una sucesión constitucional, es decir, se sustituyó la civilización por la salvajada. Fue un golpe de Estado, punto.
Allan McDonald
Fecha de nacimiento: 8 octubre de 1973
Edad: 43 años
Ciudad de origen: San Antonio de Oriente
Lugar de residencia: Santa Lucía
Profesión: Caricaturista
Religión: Ninguna
Equipo de fútbol: Ninguno
Comida: Papas
Situación sentimental: Casado
Música: Ismael Serrano
“No se sabe qué es más peligroso tener en este país, si un celular o ideas”
“La caricatura es la cuarta dimensión de la vida”