Tegucigalpa, Honduras.
Roberto Suazo Córdova, jugador empedernido de la chica (lotería), fanático del Motagua y amante de los frijoles parados, emergió de las modestas entrañas del pueblo para coronarse en el primer presidente civil de Honduras y en el político más importante de Centroamérica durante la dramática década de 1980.
A los 91 años de edad, Suazo Córdova murió ayer a las 5:20 am en el Hospital Militar de Tegucigalpa 17 días después de haber sido intervenido quirúrgicamente.
Aunque en 1949 obtuvo el título de médico y cirujano en la Universidad de San Carlos de Guatemala, Rosuco, como le gustaba llamarse, dejó a un lado su profesión y se dedicó a la política con el deseo de servir de catalizador dentro de su Partido Liberal y en líder equilibrador en una región disputada por Estados Unidos y movimientos insurgentes que promovían una revolución basada en teorías marxistas y comunistas.
Inició su carrera política dentro del Partido Liberal en la década de 1950, a pesar de que su padre Julián Suazo había ejercido el cargo de gobernador departamental de La Paz durante el Gobierno del nacionalista Tiburcio Carías Andino (1936-1949).
Mario López, un dirigente del Partido Liberal y amigo de Rosuco, dice que Suazo Córdova “hizo una carrera partidaria, ejerció el cargo de presidente del Consejo Central Ejecutivo, diputado en 1957, diputado durante la constitucionalización de Oswaldo López Arellano. Lo expulsaron del Partido Liberal a él y a otros diputados porque asistieron a una sesión del Congreso”.
Tras la muerte de Modesto Rodas Alvarado, máximo líder del partido, en julio de 1979 a causa de un infarto, Suazo Córdova ocupó su posición.
“Algunos creían que el sucesor de Rodas sería Orlando Gómez Cisneros, el parlamentario más brillante que tenía el partido; sin embargo, la comandancia rural escogió la noche del velorio a Suazo como sucesor de Rodas”, dice López.
En menos de dos años se catapultó como el hombre más fuerte y más querido dentro del partido, y esta condición le permitió convertirse en el aspirante presidencial para las elecciones del 29 de noviembre de 1981. Promoviendo “una revolución de trabajo y honestidad” derrotó al candidato del Partido Nacional, Ricardo Zuñiga Agustinus.
Con 53% de los votos logró ser el primer presidente bajo la nueva Constitución de la República luego de un período de Gobiernos militares que terminó con el general Policarpo Paz García, quien tuvo que cederle el poder a los civiles por las presiones del Gobierno de Estados Unidos.
Antes de que Rosuco tomara el poder, el país pasó (durante 161 años de independencia) por 385 rebeliones armadas, 126 Gobiernos y 16 Constituciones, reseñó en ese entonces el periódico The New York Times.
Unos días antes de las elecciones, este conservador moderado, que frecuentemente vestía una guayabera blanca y un sombrero tejano, se vio en la obligación de guardar una dieta por problemas gástricos que hasta ayer lo aquejaron.
Una vez que logró el triunfo y acercar a los conservadores con los seguidores de la izquierda democrática dentro de su partido, Rosuco, católico apostólico y romano, devoto de la Virgen de Suyapa, comenzó el ejercicio de la presidencia frente a desafíos internos y externos.
En ese momento, el 65% de la población hondureña vivía en la extrema pobreza, según la Comisión Económica para América Latina (Cepal), y la región centroamericana era un escenario de sangrientos conflictos bélicos. Las movimientos guerrilleros de El Salvador y Guatemala, motivados por el triunfo del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) en Nicaragua, el cual derrocó la dictadura de la Anastasio Somoza, intensificaban sus operaciones para destronar a sus presidentes e instaurar una revolución izquierdista.
Estados Unidos, preocupado por el avance de estos movimientos atizados por Cuba y Rusia, se apoyó en Rosuco para comenzar una cruzada militar con el objeto de contener el avance de la revolución.
Para 1983, de acuerdo con las publicaciones de The New York Times de ese momento, Honduras, con su ubicación central y estratégica que limita con Nicaragua, El Salvador y Guatemala, se había transformado en la base principal de la respuesta militar de la administración Reagan frente a la amenaza.
En medio de la Guerra Fría, Estados Unidos, quien tenía como embajador (1981-1985) en Tegucigalpa a John Dimitri Negroponte (más tarde jefe del Consejo de Inteligencia Nacional), instaló, con la venia de Suazo Córdoba, la base militar de Palmerola y apoyó desde territorio hondureño a la contrarrevolución, conocida como la Contra, para sacar del poder al FSLN en Nicaragua.
Durante sus cuatro años como mandatario, Suazo Córdova visitó varias veces la Casa Blanca para reunirse con Ronald Reagan (1981 y 1989) y el vicepresidente George H. W Bush.
Para sus detractores, Suazo Córdova cedió la soberanía del país a Estados Unidos y se convirtió en un político con un alto grado de responsabilidad en la desaparición de personas que, durante la Guerra Fría, pregonaban el comunismo y promovían una guerra de guerrillas como sucedía en El Salvador.
En ese período, las Fuerzas Armadas eran dirigidas por el general anticomunista Gustavo Álvarez Martínez, quien, para muchos, tenía más poder que el Presidente.
Suazo Córdova, quien siempre decía sentirse “seguro, tranquilo y sereno”, se defendió y dijo que no era partícipe de esas ejecuciones y desapariciones.
“Creo que la historia se encargará de juzgarlo. Fue un período crítico para el país inmerso en el conflicto geopolítico de Centroamérica, con una fuerte presencia militar de Estados Unidos, la implementación de la doctrina de seguridad nacional, caracterizada por violaciones a los derechos humanos y un intento de reelección que generó una crisis superada por un acuerdo político de todos los partidos, lecciones de la historia que parece que no hemos aprendido”, dice Efraín Díaz Arrivillaga, analista, político y diplomático.
Suazo Córdova, hijo de Julián Suazo y Matilde Córdova, mientras vivía en Guatemala conoció a Clara Estrada, con quien se casó y tuvo una hija llamada Xiomara Suazo Estrada.
Al regresar a Honduras se casó con Aída Zacapa. Con ella procreó dos hijos, Bayron y Carlos Roberto. Ambos ya fallecieron.
“Estamos vivos Xiomara, que es del primer matrimonio de Guatemala. Con mi mamá María Teresa Cervantes me tuvo a mí (Julián) y a Socorro María Cervantes Alemán. Tenemos otra hermana, Carmen Chavarría (con otra señora)”, dice Julián Suazo Cervantes.
Más que político, según su hijo Julián, “era un hombre ejemplar, honrado, humilde. Cumplía el mandamiento de amar al prójimo y que creía que todos éramos iguales ante Dios, no tenía miedo a la muerte”.
Roberto Suazo Córdova, jugador empedernido de la chica (lotería), fanático del Motagua y amante de los frijoles parados, emergió de las modestas entrañas del pueblo para coronarse en el primer presidente civil de Honduras y en el político más importante de Centroamérica durante la dramática década de 1980.
A los 91 años de edad, Suazo Córdova murió ayer a las 5:20 am en el Hospital Militar de Tegucigalpa 17 días después de haber sido intervenido quirúrgicamente.
Aunque en 1949 obtuvo el título de médico y cirujano en la Universidad de San Carlos de Guatemala, Rosuco, como le gustaba llamarse, dejó a un lado su profesión y se dedicó a la política con el deseo de servir de catalizador dentro de su Partido Liberal y en líder equilibrador en una región disputada por Estados Unidos y movimientos insurgentes que promovían una revolución basada en teorías marxistas y comunistas.
En la Casa Blanca con Ronald Ronald Reagan.
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Mario López, un dirigente del Partido Liberal y amigo de Rosuco, dice que Suazo Córdova “hizo una carrera partidaria, ejerció el cargo de presidente del Consejo Central Ejecutivo, diputado en 1957, diputado durante la constitucionalización de Oswaldo López Arellano. Lo expulsaron del Partido Liberal a él y a otros diputados porque asistieron a una sesión del Congreso”.
Tras la muerte de Modesto Rodas Alvarado, máximo líder del partido, en julio de 1979 a causa de un infarto, Suazo Córdova ocupó su posición.
En reunión con miembros del Gobierno de Reagan.
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En menos de dos años se catapultó como el hombre más fuerte y más querido dentro del partido, y esta condición le permitió convertirse en el aspirante presidencial para las elecciones del 29 de noviembre de 1981. Promoviendo “una revolución de trabajo y honestidad” derrotó al candidato del Partido Nacional, Ricardo Zuñiga Agustinus.
Con 53% de los votos logró ser el primer presidente bajo la nueva Constitución de la República luego de un período de Gobiernos militares que terminó con el general Policarpo Paz García, quien tuvo que cederle el poder a los civiles por las presiones del Gobierno de Estados Unidos.
Con George Bush padre, quien también falleció este año.
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Unos días antes de las elecciones, este conservador moderado, que frecuentemente vestía una guayabera blanca y un sombrero tejano, se vio en la obligación de guardar una dieta por problemas gástricos que hasta ayer lo aquejaron.
Una vez que logró el triunfo y acercar a los conservadores con los seguidores de la izquierda democrática dentro de su partido, Rosuco, católico apostólico y romano, devoto de la Virgen de Suyapa, comenzó el ejercicio de la presidencia frente a desafíos internos y externos.
El expresidente en campaña política.
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Estados Unidos, preocupado por el avance de estos movimientos atizados por Cuba y Rusia, se apoyó en Rosuco para comenzar una cruzada militar con el objeto de contener el avance de la revolución.
Para 1983, de acuerdo con las publicaciones de The New York Times de ese momento, Honduras, con su ubicación central y estratégica que limita con Nicaragua, El Salvador y Guatemala, se había transformado en la base principal de la respuesta militar de la administración Reagan frente a la amenaza.
En compañía de militares de Estados Unidos.
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Durante sus cuatro años como mandatario, Suazo Córdova visitó varias veces la Casa Blanca para reunirse con Ronald Reagan (1981 y 1989) y el vicepresidente George H. W Bush.
Para sus detractores, Suazo Córdova cedió la soberanía del país a Estados Unidos y se convirtió en un político con un alto grado de responsabilidad en la desaparición de personas que, durante la Guerra Fría, pregonaban el comunismo y promovían una guerra de guerrillas como sucedía en El Salvador.
Junto a Walter López
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Suazo Córdova, quien siempre decía sentirse “seguro, tranquilo y sereno”, se defendió y dijo que no era partícipe de esas ejecuciones y desapariciones.
“Creo que la historia se encargará de juzgarlo. Fue un período crítico para el país inmerso en el conflicto geopolítico de Centroamérica, con una fuerte presencia militar de Estados Unidos, la implementación de la doctrina de seguridad nacional, caracterizada por violaciones a los derechos humanos y un intento de reelección que generó una crisis superada por un acuerdo político de todos los partidos, lecciones de la historia que parece que no hemos aprendido”, dice Efraín Díaz Arrivillaga, analista, político y diplomático.
Suazo Córdova con Juan Pablo II.
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Al regresar a Honduras se casó con Aída Zacapa. Con ella procreó dos hijos, Bayron y Carlos Roberto. Ambos ya fallecieron.
1982: Roberto Suazo Córdova durante el ejercicio de su gestión presidencial.
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Más que político, según su hijo Julián, “era un hombre ejemplar, honrado, humilde. Cumplía el mandamiento de amar al prójimo y que creía que todos éramos iguales ante Dios, no tenía miedo a la muerte”.
2017: Nació el 17 de marzo de 1927 en La Paz, adonde será sepultado.
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