19/04/2024
07:12 AM

Resiliencia: agricultura inteligente impulsa a productores

Frente al calentamiento global practican la agricultura climáticamente inteligente (CSA) con el apoyo de organizaciones internacionales como Rainforest Alliance.

LA CEIBA.

Cuidar el bosque, realizar buenas prácticas agrícolas y mantener una estructura empresarial permite a cientos de pequeños productores rurales afianzarse como exportadores y obtener mayores ganancias por las ventas.

En el litoral atlántico, entre Tela y La Mosquitia, estos productores han tomado fuerza y se protegen bajo el paraguas de la agricultura climáticamente inteligente (CSA, siglas en inglés) para no sufrir en el futuro los estragos causados por el cambio climático.

En esta zona de bosques profusos, los agricultores mantienen las barbas en remojo y procuran mantener la armonía con el medioambiente, pues no quieren vivir en carne propia la crisis que 3.5 millones de personas, asentadas en el corredor seco, enfrentan por la desolación ocasionada por la sequía.

El caco y el cambio climático
1-Agroforestería y negocios turísticos Productores de cacao de La Ceiba, con fincas situadas cerca de Pico Bonito, consideran que los sistemas agroforestales protegen el ambiente y crean oportunidades para abrir negocios turísticos.
2-Mercados regionales, opción para cacaoteros Practicando la agricultura climáticamente inteligente, los productores de cacao tomarán decisiones basadas en información climática para mitigar los efectos nocivos del cambio climático.
En la aldea Zoilabé, Tela, Ramón Laínez Milla, propietario de una finca de 9 manzanas de tierra, cultiva rambután, mangostín, limón, guanábana, papaya y coco entre la vegetación tropical de la cordillera Nombre de Dios, puesto que está seguro de que “de esta forma podemos tener alimentos y proteger los recursos naturales”.

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“Yo cultivo frutales porque generan dinero por la venta en el mercado nacional e internacional, en el caso del rambután. Con el dinero puedo comprar otras cosas. Vendo y también puedo consumir. Estoy seguro de que estoy haciendo algo bueno por el ambiente: aquí cerca hay dos ríos, que no son de gran caudal, pero suministran el agua que consumimos”, expresa.

Mundial
La agricultura climáticamente inteligente es promovida por la ONU para garantizar la seguridad alimentaria.
Laínez Milla vive en una casa que está incrustada en medio de frondosos árboles de rambután cargados de frutos rojos y frente a musáceas, de las cuales penden nutridos racimos de bananos.

“Prohibido la tala, la pesca y caza de animales” y “basurero”, dicen algunos de los rótulos que Laínez Milla ha colocado en puntos estratégicos de la finca que desea certificar con el apoyo de la organización internacional Rainforest Alliance, que promueve la conservación de la biodiversidad.

Foto: La Prensa

“Las buenas prácticas agrícolas son necesarias ante el cambio climático”: Bani Manzanares
Coordinador técnico de Rainforest Alliance

En los últimos dos años, Rainforest ha estado capacitando a Laínez Milla y otros productores sobre buenas prácticas agrícolas (BPA) para que sus fincas alcancen la certificación que goza de prestigio en el ámbito internacional.

Todos los años, entre agosto y diciembre, Laínez Milla exporta al mercado de Estados Unidos 3,000 cajas de 5 libras de rambután (cada fruta pesa de 26 a 40 gramos) a través de la empresa comunitaria Frutela.

Con una planta empacadora ubicada en Puerto Arturo, Frutela, empresa de la Asociación de Productores y Exportadores de Frutas de Tela, es abastecida por Laínez Milla y 20 agricultores que cosechan rambután en pequeñas parcelas.

Foto: La Prensa

“El cambio climático ha acelerado la cosecha del rambután y nos ha afectado”: Manuel Antonio Alfaro, gerente de la planta empacadora de Frutela
El 2018, Frutela envió a EUA 51,000 cajas para satisfacer la demanda de consumidores latinoamericanos y asiáticos. Este año pretende enviar unas 100,000 con la marca Belén.
Manuel Antonio Alfaro, gerente de planta de Frutela, observa el mercado con optimismo porque cada año aumenta la demanda; sin embargo, el cambio climático lo preocupa porque, aunque tengan buenas prácticas agrícolas,“hay efectos negativos inevitables”.

“El cambio climático nos está afectando a todos. Antes, el rambután maduraba en 12 y 14 semanas, ahora madura en 6 semanas. Entonces, la producción se concentra en un corto período y el mercado se satura (tanto el nacional como el internacional). Esto nos afecta porque la sobreoferta causa una baja en los precios, pero para nosotros, que estamos organizados, la consecuencia no es tan grave como para otros”, asegura.

Foto: La Prensa

“queremos que este modelo sea replicado por agricultores que cultivan otros productos”: Sergio Segovia, productor de cacao y miembro de la nueva empresa Comexah
Ante esos escenarios, Rainforest en alianza con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la microfinanciera Fama y el Instituto para la Cooperación y Autodesarrollo ( Icade) comenzaron el año anterior a ejecutar un proyecto para que las empresas comunitarias, como Frutela, sean competitivas, autosuficientes y resilientes al cambio climático.

“Trabajamos con cuatro cadenas de valor, rambután, cacao, maderables y café (desde oriente a occidente), con grupos específicos. Nuestro enfoque es la agricultura sostenible, agricultura climáticamente inteligente”, dice Bani Manzanares, coordinador técnico de la oficina de Rainforest Alliance en La Cieba.

A los agricultores del Atlántico —dice Manzanares—, Rainforest los está capacitando en las BPA, en buenas prácticas de manufactura (BPM) y creando un manual para garantizar la inocuidad de los productos con el fin de abrir nuevos mercados.

Foto: La Prensa

Carlos Ordóñez y técnicos de Rainforest Alliance, además de ofrecer capacitaciones, apoyan a los agricultores; entre ellos, a los cacaoteros, como Gustavo Castillo, a formar asociaciones y empresas comercializadoras para exportar sin intermediarios.
“Al mismo tiempo vamos a incorporar tecnología que les pueda dar a los productores información climática que generan en sus zonas. Si en una finca toman decisiones a partir de información climática hay menos riesgo de perder el fertilizante; si las personas no entienden cómo se mueve el clima, las tendencias, pueden hacer prácticas agrícolas que podrían afectar el cultivo”, ejemplifica.

En el litoral, donde el 90% de los 1,000 agricultores beneficiados son de extracción modesta, Rainforest les está enseñando administración de negocios con la intención de instaurar una cultura empresarial solidaria que permita neutralizar la participación de intermediarios (coyotes) y aumentar la oferta exportable, consecuencia de unir un mayor número de productores.

Foto: La Prensa

En la empresa Frutela, unos 50 trabajadores empacan en cajas el rambután producido por Ramón Laínez Milla y otros agricultores.

Cacaoteros

En otra región del Atlántico, en las cuencas del río Cangrejal de La Ceiba, productores de cacao buscan la resiliencia y aspiran a certificar sus plantaciones con los sellos Rainforest, Con manos de mujer y Fairtrade.

Rainforest está capacitando a los cacaoteros en buenas prácticas agrícolas y utilizar la tecnología blockchain con el objeto de crear una cadena de comercialización sin intermediarios.

“El blockchain es una plataforma de comercio electrónico. Ya hicimos una prueba piloto, los clientes se conectaron directamente con los compradores. Con la comercialización electrónica eliminamos a los intermediarios, obtenemos mejores precios y logramos llevar la trazabilidad de la fruta, desde que sale de la finca hasta que llega a las manos del comprador”, comenta Carlos Ordóñez, especialista en mercados de Rainforest.

Esa organización, con sede en Nueva York, trabaja con 9 organizaciones del litoral atlántico y Olancho, que aglutinan 800 productores, quienes generan anualmente 173 toneladas en 820 hectáreas.

Tras llegar a la conclusión de que de forma aislada jamás lograrían exportar, esas asociaciones, impulsadas por Rainforest, crearon la empresa Comercializadora y Exportadora del Atlántico de Honduras (Comexah) para enviar al exterior cacao corriente y cacao fino.

“Una de las cosas más difíciles que hay para un productor es tener capacidad de producir para exportar: los importadores no piden 1,000 libras, piden contenedores. Al asociarnos y al formar una empresa logramos mayor capacidad exportable”, asegura Sergio Segovia.

Segovia es propietario de más de 90 manzanas de bosque, ubicados entre las reservas Pico Bonito y Nombre de Dios, y en este terreno practica la agricultura climáticamente inteligente.
“Tenemos un sistema de agroforestería, tenemos cacao, pero promovemos maderables. Yo he sembrado más de 1,150 caobas, hay más de 400 cedros. Tenemos la idea de combinar el cacao con la vainilla, con canela y pimienta negra”, ejemplifica.

Para su colega Gustavo Castillo, quien también cultiva cacao en la misma zona, todos los agricultores hondureños deben tener “conciencia” sobre los desafíos que desencadena el cambio climático.Con la agricultura climáticamente inteligente —dice Castillo— “protegemos los bosques, el agua y logramos producir para exportar sin problemas”, y en los próximos años ganaremos resiliencia ante el cambio climático.

Recientemente, ellos perdieron gran parte de la cosecha de cacao a causa del extenso período de sequía, que provocó estrés hídrico: los árboles abortaron tempranamente los frutos.Segovia, Castillo y su hijo Gustavo Castillo actualmente reciben capacitación para lograr la certificación Rainforest, que les abrirá las puertas de cualquier mercado.