Vivir en otro país no fue fácil. Reina Galeas, una chef hondureña que emigró a Estados Unidos en busca de mejores oportunidades, enfrentó numerosos desafíos.
Aunque dejó atrás su negocio de pasteles en Honduras, tenía claro que su objetivo era ayudar a sus padres y enaltecer el nombre de su país.
Con esa determinación, aplicó a un trabajo temporal a través de la Secretaría de Trabajo de Honduras. Así llegó a The Lodge at Glendorn, un lujoso hotel en Pensilvania, donde la vida le tenía preparada una gran sorpresa.
“Los primeros días fueron complicados”, recordó Reina. “Pero fue ahí donde noté a Alex, mi jefe. Siempre me ayudaba cuando me sentía perdida. Verlo trabajar con tanta pasión y diligencia me mostró el gran hombre que es”.
Lo que comenzó como un apoyo profesional pronto se transformó en algo más profundo. “En un abrir y cerrar de ojos, un año y medio después estábamos comprometidos y planeando nuestra boda aquí en Estados Unidos. También estábamos ansiosos por volar a Honduras para celebrarlo con mi familia y amigos”.
Álex, flechado por ‘su reina’
Por su parte, Alex no olvida el momento en que la vio por primera vez: “Cuando la vi en el aeropuerto, supe que iba a estar en problemas. Era una latina hermosa con quien iba a trabajar todos los días. Mantuve el profesionalismo, pero con el paso del tiempo me enamoré de su risa y de sus lindos ojos”.
El amor entre Reina y Alex no solo se reflejó en su historia, sino también en su pasión compartida por la cocina. “Lo que nos unió fue nuestro amor por la cocina latina”, afirmó Reina.
“Ambos queremos llevar la comida hondureña y centroamericana al siguiente nivel en Estados Unidos, resaltando siempre los sabores de nuestra tierra. Trabajar juntos en algo que amamos hace que disfrutemos estar siempre uno con el otro”.
De todos los platos que prepararon juntos, hubo uno que tuvo un significado especial: los tacos birria. “No es un plato hondureño, pero ambos disfrutamos hacerlo juntos. Desde preparar todo desde cero hasta sentarnos a disfrutarlo, esos momentos nos definieron como pareja”, explicó Reina.
Incluso comparó su relación con un buen taco: “Para un buen taco necesitas una tortilla que sostenga todo el peso y que sea suave al mismo tiempo. Así era nuestro amor: fuerte, pero lleno de ternura, y cada mordida nos recordaba lo importante que éramos el uno para el otro”.
Reina y Alex dieron un gran paso en su historia al casarse en el lugar donde su amor comenzó. “La boda fue en el hotel donde trabajamos, una propiedad hermosa y lujosa”, compartió Reina. “Jamás imaginamos casarnos aquí, en una temporada que ambos amamos y rodeados de nuestra familia y amigos”.
Aunque emocionados, también reconocieron que este nuevo capítulo trajo consigo grandes cambios. “Estábamos ansiosos, pero también un poco asustados por el giro de 180 grados que nuestras vidas dieron. Sabíamos que Dios, nuestra familia y amigos estarían con nosotros en cada etapa”.
La receta de amor y un sueño juntos
Para Reina, el amor era una mezcla de ingredientes esenciales: “Como toda buena receta, lleva un poquito de todo, pero bien balanceado: amor, paciencia, respeto, buen humor y gratitud, con Dios como el sazón”.
Entre los sueños de la pareja está abrir un restaurante o un food truck de comida hondureña. “Queremos conquistar el paladar de los estadounidenses y seguir resaltando mi cultura”, comentó Reina.
Y cuando se les preguntó qué admiraban más del otro, sus respuestas reflejaron la complicidad que los unía. “Su calma en la cocina era increíble”, dijo Alex.
“Sabía manejar la presión y lograba calmarme a mí también. Era hermosa, inteligente y tenía un corazón enorme”. Para Reina, lo más valioso de Alex era su paciencia: “Es un hombre fuerte e inteligente, que siempre buscaba mi bienestar y me cuidaba como todo un buen hombre debe hacerlo”.
