07/05/2024
12:37 AM

'Mi suegro me decía que escribiera novela erótica”

El escritor hondureño Julio Escoto afirma que no escribiría un libro solo por vender.

San Pedro Sula, Honduras

Su impecable pluma ha recibido incontables reconocimientos. Su obra, El árbol de los pañuelos fue traducida al inglés y al polaco. Todo su éxito empezó gracias a un cuento que publicó cuando cursaba la secundaria.

El prestigioso escritor hondureño Julio Escoto ha representando al país quedando como finalista en dos de los más grandes certámenes en español: Alfaguara y Planeta.

Pese a su éxito, confiesa que pasar del cuento a la novela no fue nada fácil. Sin embargo, su intachable disciplina e indiscutible talento lo han llevado a ser considerado “el primer escritor hondureño que ha abordado la novela con un sentido claro de técnica”.

¿Cómo empezó a escribir y qué lo inspiró?

Comienzo en el campo literario como aficionado en el colegio La Salle. La dirección del instituto decidió publicar una revista y me atreví a entregar un cuento de una experiencia personal. El cuento fue publicado y me enseñó algo increíble. Los profesores comenzaron a verme como un alumno fuera de lo común, como alguien especial y consideré que ese respeto era algo que no me podía ganar si no era con un producto mental que es la literatura. En bromas de mis compañeros me decían escritor y me miraban de otra manera. El hecho de conquistar esa pequeña posición tuvo en mí un gran influjo, me inclinó hacia la literatura y me dio una autoestima mayor.

¿Influyó que su padre fuera periodista?

Sí, tiene que haber influido en el sentido que en mi casa había muchas revistas y libros. Mi padre leía muchas revistas bohemias, tenía muchos elementos culturales. Había libros que no eran de mi edad y los leí antes de tiempo. Él no me estimuló directamente, pero sí el ambiente en el que vivía.

¿Qué se necesita para ser escritor?

No estoy diciendo que yo lo tengo, pero se necesita cierto talento, desde luego, inclinación, vocación, pero más que todo disciplina. Si tiene el talento pero no tiene disciplina, de nada sirve. Se dice que para que alguien perfeccione un arte tiene que ensayarlo no menos de 10 mil horas antes de llegar a un nivel digno de ese arte. Un profesor mío decía: “Un novelista no puede existir si no ha vivido, tiene que haber vivido experiencias negativas, positivas, dolorosas y de júbilo, porque es la experiencia humana”.

¿Cuál es su mejor libro?

No podría decirle, uno quiere a todos sus hijos, pero hay un par de libros que tienen cierta anécdota particular. El árbol de los pañuelos, mi primera novela, representa lo que me costó pasar del cuento a la novela, son técnicas diferentes, por eso le tengo un cariño especial. La otra El general Morazán vuelve a marchar desde su tumba porque está llena de amor y de poesía, y la tercera es Madrugada porque me costó una barbaridad, tardé 12 años en escribirla. Para un capítulo tenía que leer hasta 12 libros.

Usted tenía una librería, ¿por qué la cerró?

Si alguien quiere tener una librería, tiene que acompañarla con papelería, eso la sostiene. Si solo es una librería es difícil, en primer lugar la gente no tiene el hábito de leer, y en segundo lugar las condiciones económicas son de ingresos muy bajos y mi librería por eso cerró. Traté de traer libros de carácter técnico y los que más llegaban a comprar eran los médicos y en segundo lugar los abogados. Nunca llegó un ingeniero.

¿Qué hace falta para entrar al mercado internacional?

La producción literaria hondureña tiene un buen nivel de calidad en este momento, lo que no tenemos de ninguna manera es acceso al gran mercado internacional, es muy difícil. Por una razón de mercado ven el elemento demográfico, si el autor es hondureño y le dan un premio se preguntan cuántos libros van a vender. Para un autor de un país pequeño es difícil entrar al mercado internacional. El mercado mundial es terriblemente competitivo, probablemente nunca ha habido tan buenos escritores, artistas, en la historia de la humanidad como ahora. Competir con calidad es difícil y competir comercialmente es peor.

¿Qué opina del boom de la trilogía 50 Sombras de Grey?

Hay quienes se dedican a escribir porque aman la literatura, el arte, porque quieren cambiar a la gente, y hay quienes que lo hacen por vender libros. Mi suegro me dijo: ‘Mire Julio, déjese de escribir esos libros aéreos, escriba una buena novela erótica y le aseguro que va a hacer un montón de dinero y después escribe lo que usted quiera’, desde luego no lo hice y a estas alturas de mi vida menos.
Simplemente el morbo es atractivo, es fácil explotar la tendencia erótica de todo ser humano. No la voy a ir a comprar, pero si llega a mis manos las leo, no tengo prejuicios. No escribiría solo por vender, no tengo la tendencia o los principios, pero sí incorporo escenas eróticas o amorosas en varias de mis novelas.

Hay mucha crítica contra Paulo Coelho, ¿lo ha leído?

Leí El Alquimista y otro más, pero dejé de leerlo porque noté que estaba haciendo literatura para vender, perdió su vocación. Coelho empezó escribiendo con la intención de tocar la gente profundamente, pero perdió su gracia linda de los dos primeros libros. A algunos jóvenes ese tipo de literatura liviana los influye más que el deseo de hacer literatura más profunda que quede para el futuro. Hay actores que se desvían por dinero.

¿Cuál es su opinión sobre el libro de Romeo Vásquez?

No lo he leído y no lo voy a comprar por no beneficiarlo a él, pero alguien prometió prestármelo y desde luego lo voy a leer. Es probable que el libro sea valioso porque es un testimonio, tiene microhistoria, hay quienes dicen que inventa cosas, pero la historia lo va a comprobar en el futuro.

¿Qué significó para el mundo literario la muerte de Gabriel García Márquez?

Fue de gran impacto, un escritor extraordinario, a tal grado que Cien años de soledad está considerado El Quijote de América. Tuve la suerte de conocerlo, de tratarlo una vez cuando iba a publicar El amor en los tiempos del cólera.

¿Es apolítico?

No, soy muy intensamente político, pero no soy de partidos, nunca he estado en un partido excepto hasta ahora que estoy en Libre, por primera vez, pero no como candidato. Quiero que el país tenga un cambio.

Se tiene el concepto de que los escritores son bohemios, ¿cómo se define usted?

Quizá soy un poco la excepción, yo soy más casero, disciplinado. Podría decir que soy una persona tranquila y con una gran visión de cambiar el mundo. Mi mayor sueño es que una persona sea mejor cuando termine mi libro que cuando lo comienza.

¿Cree que va a dejar un legado a través de sus libros?

Ambiciono dejar un libro que se recuerde y quede permanente en la literatura hondureña.

Foto: La Prensa