El presidente electo de Paraguay, Fernando Lugo, lunes recibió este lunes una banda presidencial paraguaya bordada de manos por monjas carmelitas ecuatorianas y recordó los inicios de su vida sacerdotal cuando vivió en este pequeño poblado andino hace tres décadas y recogió café junto a los campesinos.
En esta ciudad enclavaba entre siete colinas, 160 kilómetros al sur de Quito, quienes lo conocieron hace años lo saludaron como 'Padre Fernando', y no presidente electo de Paraguay.
Sus amigos de aquella época, lo saludaron efusivamente cuando llegó aquí acompañado del mandatario ecuatoriano Rafael Correa. Ambos vestían coloridos ponchos indígenas.
Los presidentes llegaron en helicóptero desde Quito junto a una pequeña comitiva que incluía a la que será la próxima canciller paraguaya Milda Rivarola.
Lugo, de 57 años, recordó durante la ceremonia en la que recibió el título de 'Doctor Honoris Causa' por la Universidad Estatal de Bolívar, que llegó en el invierno de 1978, apenas unos meses después de que se ordenara como sacerdote.
'Este país me enseñó tanto y de tantas maneras ... me enseñaron los jóvenes, los campesinos, los obreros, los indígenas y silenciosamente pude ir bebiendo de la sabiduría popular', dijo.
Es una 'provincia tan querida, tan recordada y tan amada por mí. Guaranda de alguna manera selló mi vida pastoral, selló mi vida sacerdotal', señaló.
Correa destacó la importancia de la victoria de Lugo en Paraguay como una señal más de 'una época de cambio de América Latina donde los pueblos han despertado en rebeldía, rebelándose de la larga y oscura noche neoliberal'.
'El socialismo del siglo XXI se impone a lo largo y ancho de la región ... estamos felices de que Paraguay también entre en esta nueva época de América Latina, una época que esperamos sea irreversible', aseguró.
Correa propugna al igual que sus colegas de Venezuela y Bolivia, la necesidad de instaurar en sus países el 'socialismo del siglo XX'. Resaltó las coincidencias que lo unen a Lugo: ser cristianos, la creencia en la teología de la liberación y en la doctrina social de la Iglesia.
Lugo ha reiterado que 'no soy de izquierda ni de derecha; estoy en el centro, como la boca del poncho'.
Guaranda, capital de la provincia de Bolívar, es un poblado de 85,000 habitantes entre quienes viven en la zona urbana y en las poblaciones desperdigadas por el campo donde principalmente se siembran papas, café y choclo.
Su tradicional quietud se vio alterada por la presencia de los dos mandatarios, un acontecimiento que causó el revuelo de decenas de personas, y obligó a la presencia de un contingente de seguridad especial compuesto por 40 militares de elite y unos 250 policías.
Como en el tiempo en el que Lugo era capellán del convento de las madres carmelitas, entró a la iglesia ante una congregación que ansiaba verlo pero ya no se ubicó en el altar sino en las primeras bancas.
Ahí quien ahora ocupa su lugar 30 años después, el padre Wilson Salazar, dio las bendiciones a la banda presidencial que será enviada a Paraguay hasta los primeros días de agosto cuando se termine de elaborar.
La madre Graciela de Santa Teresita, quien es la encargada de confeccionar la banda a mano, contó a la AP que empezó en su trabajo el 3 de junio por petición de amigos cercanos a Lugo que le encargaron su confección como un regalo para el ahora presidente de Paraguay.
En un sencillo acto en el convento de carmelitas, las monjas le entregaron simbólicamente la banda que según la madre Graciela será la banda oficial que lleve Lugo como presidente y que está hecha con dos metros de terciopelo con los colores de la bandera de Paraguay y un pequeño bordado con las palabras 'República del Paraguay' fabricado a mano con hilos dorados y blancos.
'Como Iglesia me sentí con mucha pena, creo que a todos nos pasó que siendo una persona consagrada se meta en la política pero es mejor respetar y ahora creo que todos estamos comprometidos en la oración para ayudarle, para apoyarle', dijo la madre Graciela.
El 'Padre Fernando' se encontró en uno de los actos que se organizaron con un humilde campesino y se abalanzó a él. 'Hola, Sergio', le gritó.
Sergio Borja, de 60 años, era un agricultor de Echeandía, en la zona rural de la provincia de Bolívar cuya capital es Guaranda que recuerda que 'éramos uña y carne con el padre'.
'El nos decía que había que cambiar las cosas, nos enseñaba de Dios y trabajaba recogiendo café igual que nosotros', relató a la AP.
Ahora le desea suerte en su nueva misión.