La palma aceitera, la cual generó $242.5 millones en 2015 a la economía hondureña, está devorando decenas de manzanas de la zona núcleo del Parque Nacional Jeannette Kawas y está acabando con la exótica flora y fauna de esta reserva natural que figura en la lista de humedales más importantes del mundo.
A finales de marzo y principios de abril, un brutal incendio, que duró cinco días, arrasó 219 hectáreas de vegetación: el 65% de ellas en la zona núcleo. Mientras las lenguas de fuego convertían en cenizas la vida silvestre, un rumor aterrador comenzó a tomar fuerza: alguien provocó el siniestro con la aviesa intención de convertir esta zona en una extensa finca de palma.
Esta semana, periodistas de Diario LA PRENSA exploraron ciertas áreas de la zona núcleo y zona de amortiguamiento y durante el recorrido se logró constatar que aquí hay plantaciones de palma recientemente cultivadas y otras que datan de hace más de cinco años.
El equipo periodístico ingresó a las plantaciones y para lograr la plena certeza de que están situadas dentro de la zona núcleo tomó fotografías aéreas, por medio de un dron, y las cotejó con el mapa definido por el decreto legislativo 154-94 que creó el Parque Nacional Jeannette Kawas.
Para el caso, en los alrededores del caserío El Marión, existen parcelas, de diferentes dimensiones, igualmente frente a la laguna de Los Micos, de cara al mar Caribe. En este sector (sureste del parque), pequeños productores y terratenientes eliminaron especies nativas y plantaron la extraña y desoladora palma.
Las plantaciones ilegales no se pueden observar desde la laguna o el mar, solamente desde el aire, pues se encuentran escondidas detrás de los árboles.
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El mangle blanco es eliminado por los usurpadores y en su lugar cultivan la palma. |
Desde el 28 de marzo de 1995, el Parque Nacional Jeannette Kawas figura en la lista Ramsar de humedales de relevancia mundial aprobada en la ciudad de Ramsar, Irán, en 1971 como instrumento de la “Convención relativa a los humedales de importancia internacional especialmente como hábitat de aves acuáticas”.
El parque se encuentra en esa lista porque en su humedal (área de transición entre un ecosistema terrestre y acuático) se han desarrollado por muchos siglos cuatro tipos de mangle, el rojo (Rhizophora mangle), negro (Avicennia germinnans), blanco (Laguncularia racemosa) y Botoncillo (Conocarpus erectus).
Durante la exploración, periodistas de LA PRENSA encontraron frente a la laguna Los Micos mangles de la especie Laguncularia Racemosa cercenados y devastados. En áreas próximas a estas plantas muertas se levantan las palmas aceiteras que le garantizan a sus dueños ganancias millonarias.
La destrucción del mangle, que para los ejecutores del daño representa una oportunidad de hacer negocios, es para los habitantes de esta zona una inminente y colosal amenaza y, a todas luces, un crimen contra la vida de esta selva tropical.
“Hay gente que está destruyendo la naturaleza y está sembrado palma. Un vecino, que es terrateniente, lo está haciendo. Y esto nos está afectando, aquí ya no hay peces”, dijo Neftaly González, habitante de El Marión.
González y otros hombres ya resienten las secuelas, pues durante varias décadas han vivido de la pesca y de actividades agrícolas permitidas en las zonas de amortiguamiento. En los últimos años han sufrido inundaciones porque algunos vecinos han construido muros para proteger las fincas. En este punto amenazado por inescrupulosos palmeros anidan exóticos cormoranes, garzas y habitan monos, mapaches, cusucos, tepezcuintles y también es un área visitada por jaguares. Los cultivadores, además de robarles el hábitat a cigüeñas, pichiches, patos, colibríes, loras y pericos, golpean directamente el fondo del mar: dañan el Sistema Arrecifal Mesoamericano que cruza el mar de Tela.
“El mangle tiene varias funciones, impide que el sedimento y productos químicos lleguen al mar y destruyan el arrecife.
Crea un micro hábitat, una guardería, para que se críen especies de animales que habitan en el arrecife”, explicó Merlin Flores Guardado, coordinador del parque por designación de la fundación ambientalista Prolansate (Protección de Lancetilla, Punta Sal y Texsiguat).
Prolansate, de acuerdo con Guardado, ha documentado casos sobre cultivo ilegal de palma y ha presentado “muchas denuncias” ante el Ministerio Público, mas no ha logrado obtener resultados positivos.
Esta es una plantación reciente que no supera los tres años.
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