El Estado es el gran responsable de que la sociedad hondureña, tanto adulta como joven, haya perdido el interés en la lectura de libros y distintos géneros literarios, asegura Julio Escoto, novelista sampedrano.
El autor de El árbol de los pañuelos lamenta que no se fomente la lectura de artistas hondureños, dejando fácil el camino para que las distracciones de la tecnología devoren la cultura de todo el país.
Esto comparte con LA PRENSA durante la celebración del Día del Idioma.
Con una producción de un millón de ejemplares de una obra hondureña repartida gratuitamente para ser leída. ¡Sería excepcional! Por ejemplo, este año, una obra de Juan Ramón de Molina; el próximo, las Pastorelas del padre Reyes, etcétera. La mejor celebración es poner el libro de español en las manos del lector y de eso debe encargarse el Estado.
Pues estamos en la Semana del Idioma y por lo que me doy cuenta no hay una actividad especial de la Secretaría de Educación. La Secretaría de Cultura ya no existe de forma independiente; entonces, en el plano de políticas culturales estamos en el vacío absoluto. Afortunadamente, la sociedad civil está haciendo labor cultural que le toca al Estado.
No creo que lo ideal sea que haya tantos niveles, sino que sean mejores. Quizá dos semestres o períodos de Español son suficientes en la Universidad porque recordemos que ya vienen de la escuela y el colegio con conocimientos. Lamentablemente, en Honduras salen muchos de la Universidad y no saben leer o escribir.
Exhortar a los maestros. Deben motivar a los estudiantes a gozar el hecho de leer. Deben escoger los libros adecuados para que disfruten la lectura.
Tuve una librería hace muchísimos años y los lectores que más llegaban eran los médicos; profesores casi no llegaban e ingenieros no llegó ninguno.
Siempre ha existido. Así como nosotros nos quejamos de la influencia del inglés, los paraguayos se quejan de la influencia del portugués.
Los intercambios son usuales, pero los países tienen cadenas de la lengua y tienen academia y ministerios, como el de Educación, encargados de preservar la lengua.
Es polémica, sobre todo porque no está involucrado en el sistema educativo.
Hay desaciertos y cosas positivas, pero es muy soberbio y prepotente (el ministro Marlon Escoto) porque al estilo del Gobierno actual imponen las medidas y deberían consensuarlas.
Cierto sector de la juventud está leyendo. Leen libros que el mercado internacional propone como Harry Potter, Señor de los enigmas; algunos leen textos de motivación, religiosos y los que los obligan a leer en sus centros educativos.
Han creado otro tipo de intereses. Siempre pregunto hace cuánto no escriben los usuarios de tecnología una carta y me dicen que hace más de 10 años (se ríe), pero es parte del proceso. Aquí es donde el Estado debería estimular la lectura. Porque si no conocemos nuevas palabras, no leemos y no nos enriquecemos con la lectura y lo practicamos, nos estamos convirtiendo en una sociedad de mudos por no expresar lo que se siente o dice.
Lectura. Básicamente, lectura. Conocer a los autores hondureños. Tenemos estima y admiración, gracia y gala por los autores hondureños, pero no compramos sus libros y el escritor vive de sus libros para transmitir un mensaje cultural, pero para sobrevivir y seguir produciendo. Como admiramos a los futbolistas, así debemos admirar a los artistas.
Muy difícil porque hay varios. Por ejemplo, en el campo de la poesía acaba de fallecer Óscar Acosta; en la novela, Roberto Castillo, quien murió hace años. Es complicado definir a los mejores porque hay gran calidad, pero a estos dos los pondría en primer lugar.
Tengo diversos autores. Alejandro Dumas, a quien ya casi nadie lee. John Donne fue un gran poeta. Otro de mis favoritos es Günter Grass, que acaba de fallecer y ganó el Premio Nobel. Obviamente para mí es admirable Gabriel García Márquez.