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Júbilo mundial por la beatificación

  • 02 mayo 2011 /

Católicos de todo el mundo llenaron iglesias y plazas, acariciaron reliquias y presenciaron en pantallas de televisión la ceremonia de beatificación.

Católicos de todo el mundo llenaron iglesias y plazas, acariciaron reliquias y presenciaron en pantallas de televisión la ceremonia de beatificación del difunto papa Juan Pablo II desde el Vaticano

De México a Australia, reinó en iglesias y catedrales un ambiente jubiloso, mientras el papa Benedicto XVI comenzó a conferir los mayores honores de la Iglesia Católica a Karol Wojtyla, que visitó 129 países en sus 27 años de pontificado para convertirse en el jefe de la Iglesia que más ha viajado.

En Tegucigalpa, el padre Juan Ángel López, de la catedral metropolitana de Tegucigalpa, dijo que el día de fiesta del nuevo beato Juan Pablo II será el 22 de octubre, fecha en que empezó su pontificado.

Miles de fieles asistieron a las iglesias en Honduras, donde se oficiaron misas en su honor.

“Juan Pablo II, te quiere todo el mundo”, gritaron centenares de fieles católicos que ayer a las 11.00 am se congregaron en el Santuario de Suyapa para celebrar la beatificación del “Papa Amigo”.

En una solemne, pero a la vez emotiva eucaristía, dirigida por el obispo auxiliar de la arquidiócesis, monseñor Juan José Pineda, se escuchó un aplauso por el hombre que tocó almas con su mensaje de paz.

La misa de acción de gracias fue concelebrada por el nuncio apostólico Luigi Bianco y varios presbíteros, quienes pidieron la intercesión del nuevo beato y recordaron sus palabras cuando pisó suelo catracho: “Dios está con Honduras”.

Las autoridades le pusieron el nombre de Juan Pablo II a una concurrida avenida de Tegucigalpa, cuando el Papa visitó por única vez Honduras el 8 de marzo de 1983. Es de 1,475 metros de longitud.

Fervor centroamericano

En San Salvador tuvo lugar una vigila en la parroquia de San José de la Montaña, donde cientos de personas pudieron observar el “papamóvil” utilizado por el pontífice durante sus dos visitas, en 1983 y 1996.

El alcalde capitalino Norman Quijano develó el domingo una estatua de piedra de Juan Pablo II colocada en una avenida céntrica.

Mientras tanto, en la capital de Guatemala hubo una caminata de 2 kilómetros hasta el monumento a Juan Pablo II, en el sector sur, con una posterior misa del arzobispo Julio Bian. En Nicaragua hubo vigilas en la capital y en las ciudades de Granada y Chontales. Los actos culminaron con una misa en la catedral metropolitana.

En Panamá, los fieles acudieron con ofrendas florales a la estatua erigida al Papa en Albrook, en la ribera del canal interoceánico. Juan Pablo II ofició allí una misa en marzo de 1983.

Fiesta mundial

En Ciudad de México, miles de personas hacían una oración de vigilia en la Basílica de la Virgen de Guadalupe, mientras dos pantallas grandes dentro de la iglesia proyectaban las celebraciones en Roma.

En Buenos Aires, la beatificación del papa Juan Pablo II fue seguida con atención por los fieles católicos argentinos que hicieron una vigilia y acompañaron los actos desde el Vaticano por medio de pantallas gigantes de televisión.

En Quito, los ecuatorianos celebraron la beatificación de Juan Pablo II con una gran misa campal en la denominada “Cruz del Papa”, del parque capitalino La Carolina, sitio en que el extinto Papa se dirigió en 1985 a miles de feligreses. En Lima, miles de fieles celebraron la beatificación de Juan Pablo II frente a las principales iglesias de ocho ciudades de la costa del Pacífico, el sur altoandino y la Amazonia que fueron visitadas por el Papa polaco en 1985 y 1988.

Los católicos peruanos, con tradicionales hábitos morados y marrones, se agruparon desde la noche del sábado frente al monasterio de Santa Catalina, construido en el siglo XVII, donde recibieron cantando la beatificación de Karol Wojtyla.

En Filipinas, donde muchos adoran a Juan Pablo II con la intensidad de una estrella de rock, la gente salió en multitudes para ver reliquias: una pieza de su sotana que se cree tiene poderes curativos y un juego de plato, cuchara y tenedor que no ha sido lavado desde que el pontífice lo utilizó hace 16 años durante una visita al país.