Apenas empezó a hablar, volvió a la mente su martirio. Leer los comentarios donde la gente juzga a su hijo Miguel Ernesto Núñez, quien fue arrestado hace tres días luego de ser acusado de arrojar a las aguas del río Bravo a Hanna, su bebé de un año y medio, pese a advertencia de que no lo hiciera, la tienen al borde de los nervios.
LA PRENSA contactó a la señora Gloria Martínez Aguilar, madre del infortunado hondureño que se hizo noticia al querer cruzar ilegalmente a Texas junto con su esposa e hija de un año. Ella clama para que el muchacho de 25 años quede libre y no se enfrente a un proceso legal injustamente.
“Lo que dicen de que él lanzó a la niña es una gran mentira. Yo ya hablé con la esposa de él (Nicole Scarleth Sevilla) porque juntos iban cruzando el río, y ella se cayó en un hoyo y se le zafó la niña. Él se metió a sacarla a ella y a la bebé. El de Migración no vio bien y por eso puso en mal a mi hijo”, asegura la señora, que vive en una de las colonias del sector Rivera Hernández en San Pedro Sula.
“Él desobedeció cuando le dijeron que no cruzara, pero la necesidad los obligó a viajar. Todos mis hijos tuvieron que irse porque los amenazaron de muerte luego de que mataran a mi esposo”, cuenta.
Rompe en llanto cuando recuerda todo lo que su familia ha sufrido desde el asesinato de su esposo Esteban Ernesto Núñez Burgos, hecho sucedido en abril de 2016. A su hijo Miguel Ernesto le dejaron un papel en su casa diciendo que si no se iba lo matarían en 24 horas.
“Lo que más me duele es que mi hijo esté detenido tan lejos y yo no pueda ni viajar hasta allá porque yo soy una mujer pobre. A puro esfuerzo conseguí un poquito de dinero para que mi hijo se fuera para ese lugar. Yo quiero que me ayuden, que mi hijo salga libre porque él es inocente. Él no ha hecho nada, mi hijo jamás le haría daño a su niña, él quería salvarla. Él ama a su hija, yo tengo todos los videos que él me mandaba cuando él estaba con su hijita, haciéndole comidita en México, bañándola en una hielera. Yo tengo todo eso”, dice entre sollozos.
La señora asegura que los tatuajes que su hijo tiene en el cuerpo no son por pertenecer a una pandilla.
“Él lleva tatuado el nombre de su padre muerto y el mío. Mi hijo es una buena persona, ha luchado tanto por estar allá”.
Asegura que unos años trabajó como albañil y su historial está libre de antecedentes criminales.
